Por Pepe Palacio Coronado

El sábado en la noche se produjo la primera de dos infaustas noticias: a los 82 años falleció la locutora, periodista y activista cívica y cultural, Dilia Rosa Gnecco Pimienta.

A las pocas horas estalló la otra noticia, tan triste como la primera: al día siguiente, al amanecer del domingo, se detuvo el corazón del hombre de radio, dirigente cívico y exconcejal de Riohacha, Enrique Herrera Barros, a sus 77 años.

Ambos habían nacido en Riohacha, ambos hacían parte de mi familia, ambos por partida doble. Ambos, también, estuvieron vinculados a nuestros proyectos periodísticos, en donde hicieron valiosos aportes.

Estos dos decesos estrujaron los sentimientos de las familias Gnecco, Pimienta, Barros y Coronado, entre otras. Pero más allá de esas relaciones familiares, lo que realmente debemos destacar es que fueron dos guajiros importantes que dejaron huellas.

Dilia Rosa o Yiya Ocha, a los 17 años, aún estudiante de bachillerato, fue la primera locutora en la radio del departamento, en la emisora Ondas de Riohacha en enero de 1956.

Desde muy joven estuvo vinculada a diversos movimientos cívicos y culturales. En su condición de periodista se desempeñó como colaboradora en la prensa local y nacional.

Fue presidenta de la Asociación Colombiana de Periodistas, capítulo de La Guajira. Fue, además, cofundadora de la Academia de Historia de La Guajira.

Dilia Rosa marcó hitos importantes en la historia guajira: como se ha dicho, fue la primera voz femenina en la radio departamental y fue la primera mujer periodista en esta sección del país.

Por su parte, Enrique Herrera Barros hizo de todo en su vida en pro de La Guajira. Izó las banderas del civismo y fue uno de los defensores del departamento. Radioperiodista, empresario, dirigente cívico y concejal de Riohacha.

Durante las últimas dos décadas se destacó como un importante líder de opinión y en sus últimos años fue conocido como “El palabrero de la radio”, por su indudable capacidad de interlocución entre la comunidad y ciertas autoridades del departamento.

Enrique Herrera promovió con ardentía los primeros proyectos de energía eólica y el mega proyecto Puerto Brisa, cuando nadie apostaba un peso por ellos. Fue uno de los socializadores más destacados. También fue el promotor del servicio del gas natural vehicular en Riohacha.

Por la apatía e indiferencia de la institucionalidad, con la partida de ellos se pierde un pedazo de la historia reciente de Riohacha y La Guajira.

Los anteriores son apenas algunos rasgos superficiales de dos valores humanos de La Guajira.

Que no quepa duda: Yiya Ocha e Iquechón de Mama, eso dos nombres de cariño que les regaló su pueblo, fueron figuras de primera línea en la historia reciente de La Guajira. Su vida y su obra las consigné en mi libro Riohacheros.

Si bien es cierto que Dilia Rosa y Enrique Camilo tuvieron varias afinidades, también en algunos aspectos fueron dos figuras diametralmente opuestas. Ella era un símbolo de la mesura y la discreción, mientras que él era arrojado, intrépido, irreverente, sin pelos en la lengua.
Habrá espacios para retratarlos por separado y de cuerpo entero, y en sus verdaderas dimensiones.
Nuestras condolencias al esposo de Yiya, Álvaro Daza; a sus hijos Álvaro y José Jaime (los mellos) y Carmen Milena Daza Gnecco, al igual que a sus hermanos Nelson y Lina Gnecco Pimienta.

También nuestras condolencias a la esposa de Enrique, Rosa Gómez de Herrera y sus hijos Leonor, William y Astrid Herrera Gómez.