(A propósito de los 56 años de la creación del Departamento)

Amylkar D. Acosta M[1]


[1] Miembro de Número de la ACCE

La guajira, históricamente, es un Departamento que ha vivido de bonanza en bonanza, montada en una especie de montaña rusa, en la que el auge, siempre efímero, va seguido de la decadencia de la actividad económica que da lugar al mismo.

Ello explica el comportamiento espasmódico que ha caracterizado el desempeño de su economía. La más remota de ellas, la de la pesca y el comercio de perlas, la del contrabando, la del algodón, la marimbera y la más reciente, la minero – energética, intensiva en capital, que la convirtió en la despensa de gas y carbón para Colombia y el mundo. Todas estas bonanzas han tenido como denominador común que no hay tenido raigambre en el territorio y por ello mismo no han propiciado un desarrollo endógeno, a falta de un mayor encadenamiento productivo. Han sido flor de un día y se nos han ido como se escapa el agua entre los dedos, en medio del cuestionamiento por los malos manejos de los recursos que las mismas han generado con el paso del tiempo.

Así como no nos preparamos para el boom del carbón, que ahora está en el principio de su fin, tampoco estamos preparados para su declinación. Pero, es que el país tampoco se preparó para dejar de depender como depende de la actividad extractiva y tanto su economía como sus finanzas está a expensas de ella. Esta circunstancia sitúa a La guajira y al país en un serio predicamento ahora que los mercados del carbón se contraen y los del petróleo a futuro también y sus precios se han deprimido, ni el país ni el Departamento han contado ni cuentan con una estrategia de diversificación de la economía que morigere su impacto en el empleo y en el ingreso.

Lo anterior me lleva a plantear los enormes rezagos de La guajira en el plano educativo, así como la falta de oportunidades para acceder a la educación, para cursar una carrera y para ejercer su profesión. Las oportunidades son escasas, así en todo los planes de desarrollo de la Nación y del Departamento prediquen la igualdad de oportunidades, la que no será factible mientras se mantenga y perpetúe la desigualdad de trayectorias, la cual se hace ostensible en La guajira con respecto a la región Caribe y de esta con respecto al centro del país.

Como lo acotan en su estudio Guajira 360º y la Universidad del Norte, “la literatura económica señala que el grado de escolarización (número de años) y la calidad de la educación obtenida en el desarrollo académico, tienen una relación directamente proporcional con el nivel de ingreso personal, la calidad de vida del grupo familiar y el crecimiento económico de una localidad, región y los países. Diferentes análisis así lo determinan, especialmente, aquellos llevados a cabo por Card y Krueger (1992); Krueger y Lindahl (2001); Duflo, 2001; Psacharopoulos y Patrinos, (2004); Hanushek et al. (2008); Barro (2013); BID (2017); Banco Mundial (2017)” .

Advierten ellos, además, que “no importa cuán desarrollado esté un territorio en acceso a tecnologías de la información y competitividad o en ambiente de negocios; sin un recurso humano calificado no se podrá ser competitivo en los sectores de mayor valor agregado, sobre los que se pretende apalancar el desarrollo económico de los próximos años” . La guajira tiene el agravante que tiene un limitadísimo acceso a las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), tiene un mediocre desempeño en competitividad y lo que es peor el recurso humano calificado sigue siendo ínfimo. En efecto, según el Censo del Dane del 2018 la cobertura de internet era de 10.8%, la más baja del país. Únicamente el 20.5% de las familias guajiras cuentan con acceso a internet, amén de que sólo el 23.4% de los hogares poseen un computador, la cobertura del servicio de energía en los territorios indígenas, que representan el 50% de su población, no supera el 26% y el estar privado de la energía y del internet significa estar desconectado de la tecnología. En el más reciente reporte del Índice de competitividad departamental La guajira ocupa el puesto 25 entre 32 departamentos y allí ha permanecido estancado sin ningún progreso.

En cuanto al recurso humano, sus falencias son protuberantes, tanto en la formación como en su calificación y pertinencia. Además de tener un analfabetismo del 17.03%, tal vez el más alto del país, la cobertura bruta y neta del sistema educativo lejos de reducirse se amplió en 2.9 y 3.7 puntos porcentuales, respectivamente, entre 2011 y 2016, pasando de 89.4% al 86.5% y del 77% al 73.3%, en su orden. Se presentan casos tan aberrantes como el del Municipio de Uribia, en donde la tasa de cobertura bruta en secundaria y en educación media llega a duras penas al 36% y al 13%, respectivamente. Y ello, para no hablar de la calidad de la educación que se imparte, la cual deja mucho que desear, repercutiendo en los pésimos resultados obtenidos en las diferentes aplicaciones de las prueba Saber, especialmente en las áreas de lenguaje, situándose muy por debajo tanto del promedio nacional como del promedio regional.

Es muy diciente el hecho que el número de docentes con títulos de postgrado en el total de la planta de docentes es de sólo el 14%, 15 puntos porcentuales por debajo del consolidado nacional. Como lo acota Guajira 360º “esta es una traba para el fortalecimiento de la práctica pedagógica del profesorado a través del desarrollo contínuo del conocimiento disciplinar y didáctico y el fortalecimiento de la investigación pedagógica” .

Y hablando de la educación superior, cabe resaltar que sólo el 21.65% de los jóvenes del Departamento de La guajira en edades entre los 17 y los 21 años pudieron ingresar a programas de educación superior, que contrasta con el 36.11% de la región Caribe y se aleja del 51.5% a escala nacional. Es más,

de 29 jóvenes que alcanzan a graduarse de bachiller sólo 5 acceden a la educación superior y de cada 11 de ellos que inician una carrera sólo 5 se titulan. Ello pone de manifiesto el alto nivel de deserción, explicada en gran medida por razones económicas. En La guajra, aunque no se tiene una medición al respecto, se estima que es muy alto el porcentaje de jóvenes que hacen parte de la legión de aquellos que ni estudian ni trabajan, los llamdos “ninis”.

Una de las grandes limitantes que tienen los profesionales guajiros tanto en su formación como en el ejercicio profesional es el dominio de una segunda lengua, especialmente el inglés. Son muy pocos los estudiantes y profesionales guajiros que han podido hacerse acreedores a una beca de las que ofrece el programa de Colfuturo, porque se tropiezan con esa barrera, la del idioma. Definitivamente, en La guajira, además de ampliar la cobertura y mejorar la calidad de la educación, es una prioridad apoyar y promover el bilinguismo en los distintos niveles de la educación, desde la básica primaria hasta la universidad. Un aspecto primordial a considerar y que mucho puede contribuir a superar el analfabetismo, ampliar la cobertura y elevar el nivel académico, es el concerniente al enfoque diferencial y diferenciado de la educación teniendo en cuenta que en La guajira las “minorías” étnicas son mayoría!

En la coyuntura actual por la cual atraviesa La guajira, en la cual muchos empleados y trabajadores de El Cerrejón, que es el mayor empleador, están quedando cesantes, se impone la necesidad de implementar un plan de choque de reconversión laboral y de reentrenamiento a todos los niveles, técnico, tecnológico y profesional, que les permita reengancharse en las nuevas actividades que, como las energías renovables, están desarrollándose en el Departamento de La guajira. En esta nueva cadena se están abriendo oportunidades de empleo y de emprendimientos para los profesionales en las distintas disciplinas. Por lo demás, la participación de profesionales en la población ocupada en el Departamento es de sólo el 7.9%.

Y, claro, como ya lo dijimos, es absolutamente indispensable optar por otras carreras con más futuro en el contexto actual, es muy amplia la gama de ellas. Relacionemos sólo algunas: bioseguridad, analista y programador científico de datos, robótica, analista de Big Data, impresor 3D, desarrollo de software, gestor de residuo, especialidad en atención al usuario, coach, profesor online, gestor de comunidades, analista y programador del internet de las cosas, diseñador de videojuegos, pilotos de drones, especialista en energías renovables. Y, a propósito de fuentes no convencionales de energías renovables (FNCER), de las cuales La guajira tiene el mayor potencial del país, gracias a la Ley 1715 de 2014, se está abriendo el espacio para nuevos agentes en el mercado, por ejemplo los “agregadores”, que es un campo abierto para los emprendedores de las distintas disciplinas profesionales, técnicas y tecnológicas.

La guajira debe emprender ya, sin tardanza, la tarea de diversificar su economía, de irse desmarcando de la actividad extractiva de una manera pausada y organizada, apoyándose en los recursos con los cuales cuenta, sobre todo en el recurso humano, el cual, por fortuna, sí es renovable. Además de las energías renovables, La guajira es un diamante en bruto en turismo, tiene un mar inmenso desaprovechado y tiene el privilegio de contar con todos los pisos térmicos, que le permiten ampliar su frontera agrícola. Aunque nos cogió la tarde para ello, todavía estamos a tiempo para sembrar las regalías que se esperan recibir mientras opere la actividad extractiva del carbón y el gas en nuestro territorio, en el cual se vislumbra además la producción de hidrógeno verde y azúl, en el cual La guajira tiene el mejor posicionamiento en el país. En nuestras manos está llegar de primeros hacia donde va el mundo, pues como lo sostiene el filósofo Karl Popper, “el futuro no está predeterminado, todos nosotros contribuimos a determinarlo”. Entonces, manos a la obra!