Por Fredy González Zubiría

Es vital apostarle a una negociación colectiva e incluyente con el estado para solucionar de una vez por todas, los eternos problemas básicos del departamento. La energía eólica y solar es quizás la última oportunidad de La Guajira.

La falta de agua y el desempleo no pueden seguir como parte del paisaje del departamento. Lo peor que le puede pasar a una sociedad es resignarse a sus carencias.

He escuchado a varios turistas luego de visitar a La Guajira, hablar de paisajes hermosos y gente en la miseria. La Guajira no puede terminar siendo la tierra del Turismo de Compasión.

Los turistas desconocen que detrás de cada peaje wayuu hay una historia triste. Conozco una donde el padre de familia, el sustento de la familia, está preso en Maracaibo por transportar gasolina para Maicao. La mujer con 7 hijos buscó trabajo y no encontró, la familia, también pobre la apoyó muy poco. Pidió permiso a sus tíos para poner un peaje, se lo

dieron de mala gana, para ellos es mendicidad. Hoy alimenta a sus hijos de eso.
Gracias a la explotación del carbón La Guajira provee combusti-ble para abastecer energía eléctrica a millones de personas en muchos países mientras los indígenas sus noches son a oscuras.
Gracias al gas natural guajiro más de la mitad del país cocina con tranquilidad en sus casas, mientras que en 500 comunidades wayuu, a sus habitantes les toca ir cortar leña para cocinar.
En La Guajira lo más importante debe ser la gente de aquí, no los negocios nacionales internaciona-les. Si el discurso de desarrollo no incluye a los habitantes del territorio, las cosas no han cambiado desde la época de Colón.
El sociólogo Pablo González Casanova habla del Colonialismo interno, el proceso social en un país donde se asignan recursos, oportu-nidades de vida y ciudadanía real bajo criterios de exclusión o inclu-sión análogos a los de la colonia y, por lo tanto, raciales y/o étnicos.
Mientras la riqueza guajira es de interés nacional, sus problemas son interés local.
Cada vez que hay un buen negocio en La Guajira las decisiones se toman en Bogotá, cada vez que estalla un escándalo por la miseria, los regaños se hacen sentir en Riohacha. Hay algo ahí que no cuadra.