Por Rafael Ceballos Sierra
 
La no inclusión de La Guajira en el proyecto denominado Tren del Caribe, ha generado, con razón, molestia e indignación en los nativos de esta tierra, pero para sorpresa de todos, también han aparecido personajes de otras latitudes rasgándose las vestiduras y queriendo posar de defensores de oficio y de enjuiciadores, endilgándole a ciertas circunstancias político-administrativas la culpa de que el ya afamado proyecto no llegue hasta esta península.
 
En honor a la verdad, eso de querer atribuirle la culpa a la reciente crisis de gobernabilidad del departamento, es un sofisma o una excusa, pues el banderazo para que se empezara a viabilizar el proyecto del Tren del Caribe se dió desde la recién creada Región Administrativa de Planeación, RAP Caribe, creación de la que eso si, ingenua y alborozadamente participó la Gobernación de La Guajira y para entonces unos pocos alzamos la voz diciendo que eso serviría ante todo para, en nombre de la Costa, favorecer los intereses del triángulo Barranquilla, Cartagena y Santa Marta.
 
Y efectivamente, la propuesta de la RAP Caribe fue recogida por el nuevo Gobierno Nacional en su Plan de Desarrollo Pacto por Colombia, en donde quedó consignado dentro de un capítulo especial denominado Plan Maestro Ferroviario, que establece que por lo menos el 5% de los recursos de inversión del presupuesto general de la nación se destinarían al desarrollo del sector transporte en el modo férreo, pero además, define como prioridad para la región Atlántica el corredor Cartagena, Barranquilla y Santa Marta, cuyos estudios acaban de ser contratados.
 
Valga decir que, en esta reprochable exclusión caribeña, la mayor damnificada es La Guajira, pues el citado plan maestro ferroviario contempla que el Cesar se integre al Tren Caribe, a través de las líneas actuales por las que se transporta el carbón en tren hasta Ciénaga, para lo cual ya hay acuerdos y hasta tarifas definidas con los concesionarios privados de las mismas. Por eso nuestros hermanos vallenatos no han levantado su voz de protesta, pero tampoco se han solidarizado con los guajiros.
 
Ahora ya celebran en las grandes capitales de la región su gran logro, y en su euforia nos recuerdan que ellas siguen siendo las Tres Perlas del Caribe, mientras el resto, siguen siendo solo provincias olvidadas y rezagadas de la región.

Esto nos lleva a colegir, sin llamarnos a engaños ni dejarnos embaucar, que no fue ni negligencia, ni la ingobernabilidad, lo que nos privó de estar inmersos en tan importante proyecto de desarrollo. Lo que nos pasó, simplemente, es que nos dejó el tren del centralismo costeño.