Por Nelson Rodolfo Amaya

Agridulce sabor deja el debate de RCN y medios regionales realizado el pasado lunes 21. Cerca de 10 millones de colombianos se encuentran muy interesados en estas presentaciones, para tomar partido y definir su voto en Mayo y, todo lo hace previsible, Junio.

Dos notables ausentes, por razones distintas, Gustavo Petro y Rodolfo Hernández. El primero, reticente a concurrir, según lo dijo, mientras no se aclararan las circunstancias preocupantes del escrutinio inaudito que cursa aún sobre las elecciones del 13 de marzo. El segundo, visitante del Pontífice católico, en tránsito de regreso al país a reanudar su campaña.

¿Pasó lo previsible con los que sí asistieron, Ingrid, Fico, Fajardo y el novel panelista Enrique Gómez? Vuelvo a la teoría que para entender mejor esto de lo político hay que desprenderse de muchos preconceptos y validar las estrategias con las actuaciones que mueven durante el desarrollo de la siempre conveniente ocurrencia de los debates.

Al candidato Fajardo le suena aquella fórmula de denigrar del gobierno actual y del líder del centro democrático, Álvaro Uribe, y de vincular a Fico Gutiérrez con ambos, como si fuera un mensajero, por lo que inició su presentación bajo estos puntales. A muchas personas ya les sabe a cacho este repetido estribillo que parece sacado de la ausencia de conocimiento del país, muy reprochable para alguien que lleva a cuestas 12 años de aspiraciones a gobernarnos. Luego de recibir respuestas coherentes y sobre todo la reprimenda sensata de Enrique Gómez, decidió referirse a su otro caballito de batalla: la educación. Lugar común que no consigue decantar en propuestas efectivas para mejorarla, por lo que ya todos sabemos lo que va a decir. Es un pronosticable, en tono por demás aburrido y nada convincente.


Ingrid Betancur, aplomada pero de igual fácil vaticinio: la corrupción, que destroza al país y que sabemos es uno de los elementos más difíciles de erradicar, sirve de eje temático para todo su discurso, con generalidades que acusa su larga ausencia del país. No mira los toros desde la barrera: los ve por diferido y en francés.

Despertó mucho interés la presencia de Enrique Gómez, quien no había logrado clasificar en las anteriores deliberaciones por disposición dictatorial de los directores de medios que las realizaron. Y no fue poca la manera clara, bien expresada y con carácter que hizo de su visión de país y de la necesidad de recurrir a cambios dramáticos en el funcionamiento de columnas del establecimiento, como la justicia. A fuerza de tener un bajo registro en encuestas, su persistencia para lograr ser escuchado le dio una buena imagen de estadista sin compromisos ni tapujos o ataduras con el status quo.

Fico corrió a recordar al ausente; en vez de dedicarse a impulsar sus propuestas, bajas de punto e igual de generales que las de los demás, trajo al debate a Petro, lo que no puede ser ni aplaudido ni considerado conveniente en el objetivo de debatir con altura y profundidad. Se defendió bien de los seculares ataques de Fajardo, pero cayó en la tentación de pensar en el enemigo Petro cuando debió analizar, como dice en sus mensajes, que el tema es de tener diez millones de amigos, parafraseando a Roberto Carlos. Insiste en algo importante, la verdad, que es destacar que los allí presentes no representan un riesgo para la democracia del país. Pero esa sensación que dejó de que la gente no tendrá más remedio que votar por él para evitar el triunfo de la atropelladora candidatura de Petro debe volverla un reto de preparación, buen acompañamiento en lo programático y en la estructura de su programa de gobierno.

Esperemos la aparición de Rodolfo y Petro en los próximos debates. Ya no tendrán excusas. Aun cuando puede uno imaginarse las pendencieras participaciones del uno y las mentirosas y absurdas del otro. A propósito, algunos piensan que la ausencia de Petro tuvo fundamento en la necesidad de refrenar esos ímpetus de patear estructuras del sistema económico colombiano -caso pensiones- para construir todo de la nada, como caracteriza su condición humana. ¿Ustedes qué creen?

Estamos viendo algo triste. Colombia se merece un mejor destino, una baraja de ases en la manga, una mano ganadora, no solo por bien jugada sino por bien repartida. Falta un trecho de propuestas y confiamos en que mejoren y convenzan.