Por Luis Eduardo Acosta Medina

La envidia es un mal sobre la tierra, Dios mío dame paciencia con tantos envidiosos, porque cuando la persona es buena si ven que uno prospera se ponen trabajosos, y viven buscando la manera señor la forma de hacerle el daño al otro, del odio protege el alma buena mi Dios, y domina bien los envidiosos”.

En el segundo trabajo musical de Diomedes con Franco que titularon ‘De nuevo con mi gente’ que dieron a conocer en el año 2005 vino la canción titulada ‘La envidia’ del Negrito Osorio, en la cual dibuja de las patas a la mollera lo más bajo de la condición humana, la envidia, un mal sobre la tierra que hace que se use la inteligencia, los bienes materiales, y las oportunidades que Dios da para dañar a los demás sin causa justificada, todo producto de la intolerancia ante la propia frustración, y el sufrimiento por el triunfo ajeno.

Mientras escuchaba y leía en los medios la información sobre las circunstancias de medio, tiempo y lugar como se produjo el asesinato de su madre y de su hermano cometido por un desalmado en Bogotá y el asesinato de una joven mujer en la ciudad de Barranquilla, recordé mi columna escrita hacen cinco años aproximadamente en la que advertí sobre los peligros que entraña la presencia de las personas envidiosas en el entorno, es gente que no piensa sino que maquina, no tienen amigos sino intereses, tienen una capacidad incomparable… para traicionar hasta a su madre, y están siempre listos para culpar a quien necesita dañar de todo lo malo que le pasa o de lo que le sucede a los demás, no trabajan para el jefe sino que trabajan al jefe, no reconocen en el otro un compañero de trabajo o coequipero sino un rival, nunca contestan los buenos días sin agregare la arepa de tuna “amanecí así, como cuando tú eras pobre”.

Para infortunio de la humanidad, ahora los y las hay como verdolaga en playa, cada logro en el proyecto de vida de alguien es un chorro de limón en la herida de sus frustraciones, y cuando escucha mencionar el nombre de alguien que ha prosperado en lo social, lo económico o lo político está listo para decir que es un ladrón, porque esta visto y comprobado lo que decía mi padre, que los acaba ropa, los ineptos y los inescrupulosos siempre piensan que los demás son sus colegas.

Se necesita en las escuelas y colegios trabajarle al tema de los valores porque en las actuales condiciones, el naufragio social es inevitable, quisiera ser optimista sobre el futuro, pero poco a poco la pesadilla de la inversión de valores, me ha ido despertando de mi sueño con un mejor porvenir para nuestros muchachos, y para redondear este oscuro escenario, los viejos que ponían el ejemplo casi todos partieron para siempre, y muchos de los que no se han ido en lugar de orientar, son los predigitadores de los odios gratuitos y azuzadores de la guerra entre las nuevas generaciones, no aconsejan sino que incitan a los jóvenes para que transiten por los títulos del Código Penal.

Es alarmante lo que uno ve, siente y escucha, se aplaude y son dignos de admiración los titulares de inexplicables riquezas, y se rotula como mala gente, como delincuente, como inservibles a los intelectuales que no estudian el mundo para enriquecerse sino para contribuir al mejoramiento de las condiciones de vida de sus conciudadanos, se ignoran los triunfos alcanzados con su inteligencia por jóvenes brillantes, mientras se eleva a la condición de héroes a quienes viven del descuido ajeno.

Cuanta falta hacen nuestros padres y sus laterales quienes pedían explicaciones a sus hijos para que dijeran donde y como consiguieron lo que llevaban a la casa, ahora los felicitan por su gran capacidad para conseguir dinero sin importar si lo hacen condenando al hambre y la indignidad a sectores vulnerables de la población, y la tristeza es mayor cuando nos encontramos que es la ignorancia de sus víctimas el terreno abonado para que germine la prosperidad de los concupiscentes, parodiando la historia que tuvo su origen en la Unión Soviética del hombre que arrancó todas las plumas a la gallina viva mientras esta indefensa gritaba por el dolor y cuando la soltó desplumada comenzó a dejar caer maíz, y esta lo siguió detrás comiendo el maíz que le daba su torturador.

En estos días cuaresmales hemos

pensado que si no enderezamos el camino, si no se aúnan esfuerzos entre directivos docentes, educadores, estudiantes, padres de familia y quienes tienen la honrosa responsabilidad de dirigir la política educativa en todos sus niveles, si no reacciona la más importante de las “IAS” que es la ciudadanía el futuro no estará oscuro, es que no habrá futuro, está quedando plenamente establecido que nos está quedando grande el legado de nuestros mayores, es indiscutible que la envidia es más vieja que el Pingüino del Alcoholado Glacial, porque hasta las Santas Escrituras, se refiere al tema y la define como “El sentimiento de pesar ante el bien que posee otra persona, es decir, el desagrado o molestia producidos en alguien ante el bien ajeno”, igual nos pone de presente la envidia de Saúl en contra de David, y lo sucedido con Caín y Abel, se requiere entonces escuchar al papa Francisco en su llama-do a la Fraternidad y la Amistad, porque no dudamos en afirmar que en el mundo en que vivimos está más extendida y peligrosa que las pandemias de Gripe Española y de Covid-19 juntas.
Duele decirlo, nada de lo que hemos manifestado es novelesco ni producto de mi invención, corresponde a la triste realidad que ven y oyen estos oídos y estos ojos que habrán de comerse los gusanos de Monguí, cada quien sabrá si en lo que he comentado encaja su cuadro psicológico criminal.
“Lo escrito, escrito está”, dijo Pilatos después de haber cometido el Prevaricato para que Jesús víctima inocente de la envidia fuera crucificado con violación de su derecho al debido proceso.