Por Roger Mario Romero Pinto

Pasada la primera vuelta, todos los análisis han coincidido que el gran castigado fue el llamado establecimiento y quien se erigió como ganador fue el ciudadano que, al elegir, escogió un cambio ideológico de quienes iban a competir por la silla en casa de Nariño. Ambas posturas, dentro de sus discursos vienen hablando del cambio. La diferencia, el estilo y la forma de generarlo.

En esta campaña afloró la crisis de la política, de los candidatos, llevado por el desgaste que tienen los partidos políticos que, en muchos casos, son conglomerados desconectados de las realidades regionales y los reclamos ciudadanos. En todo este barullo, salieron avante quienes mejor lograron llevar y transmitir sus propuestas al electorado por fuera de los grandes medios de comunicación tradicionales.

En conclusión, pasó a segunda vuelta Gustavo Petro y Rodolfo Hernández. Aterrizando los programas de gobierno y discursos de uno y otro, después de una lectura juiciosa, se encuentran muchas similitudes, lo que indica que serán otros los factores que terminará por convencer al ciudadano colombiano de elegir entre el candidato del pacto histórico o al de la liga de gobernantes anticorrupción.

¿Qué proponen ambos para el Departa-mento de La Guajira?
Hoy tres grandes temas acaparan la atención de los guajiros frente a la nueva elección presidencial, sin desconocer que existen otras necesidades que deben nuestros gobernantes con el próximo presidente ponerlos en su agenda de desarrollo.

Leyendo primero, Petro propone que se garantice el acceso al agua como derecho fundamental, lo que como alcalde denominó “acceso al mínimo vital”; el ingeniero Hernández propone igualmente el acceso al agua potable para toda la población guajira. Según se les escucha a ambos, dentro de sus planes tienen -por fin- invertir los recursos y la iniciación de la II etapa del proyecto del río ranchería, el cual desde 2010, se encuentra una especie de alberca gigante llena de agua mientras los guajiros padecemos de la misma. Con poner en marcha dicho proyecto, garantizaríamos entre otras cosas, una disminución sustancial de la mortalidad por causas asociadas a la desnutrición y el despegue de nuestra economía agropecuaria.

Como segunda idea, ambos plantean a partir del 8 de agosto de 2022 la búsqueda de la reactivación de las relaciones políticas con el gobierno de Venezuela. Decisión que celebramos los habitantes de frontera, que en el caso de La Guajira y el Zulia activaría nuevamente los canales comerciales y de intercambio social de manera controlada, en la medida que ambos países construyen su historia a través de su relacionamiento. La economía de frontera en la medida que empiece un mejoramiento de los ingresos financieros y las relaciones políticas fluyan, será un soporte importante para la disminución de la pobreza que viene golpeando en grado sumo a la población indígena wayuu, que por vocación es binacional.

Como tercer componente programático esta el fortalecimiento del departamento de La Guajira como polo o eje de la transición energética de nuestro país, por las bondades territoriales y naturales que sustenta nuestro entorno. Si bien, Colombia no debe darse el lujo de evitar nuevas exploraciones con el ánimo de explotar recursos naturales y combustibles fósiles, el camino hacía las energías limpias debe llevarse de manera gradual y paulatina en el tiempo. Ahí, no hay discusión aparentemente entre los candidatos. Lo que nos puede interesar a los guajiros y eso sí es una decisión política del próximo presidente junto con el congreso de la República, es que nuestros entes territoriales sean socios, hagan parte del negocio de las empresas nacionales o extranjeras que se encuentran asentadas en la explotación mediante el sistema fotovoltaico o las granjas solares.
En eso debemos apuntar nuestras exigencias como ciudadanos colombianos y en especial como guajiros hasta obtener un compromiso real de alguno de los dos candi-datos en contienda.

Para terminar, y dado lo que se observa en el ambiente, la elección no se gana en las encuestas sino en las urnas, reflexión que suele olvidarse en medio del bombardeo mediático. Los colombianos estamos cansa-dos de la guerra, de la confrontación y que se utilice de cualquier lado la palabra “cambio” cuando estamos emulando las prácticas que se critican.
Necesitamos más argumentos y menos insultos.