Por José David Name Cardozo
La rápida expansión de la variante ómicron en el país exige reforzar, al máximo, el cumplimiento de las medidas de protección, que se habían relajado debido a los avances en la vacunación. Una de las principales preocupaciones de la llegada de esta cuarta ola de contagios, en medio de la reactivación económica por la que transita Colombia, radica en la demostrada incompatibilidad que existe entre los eventos masivos culturales y el cumplimiento estricto de las medidas de bioseguridad.
Esta nueva cepa nos recuerda que todavía no podemos pasar la página del Covid-19. Si bien se trata de una variante que al parecer causa síntomas más leves que sus predecesoras, por su facilidad para propagarse, ha sido catalogada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), como “muy peligrosa”, debido a que el incremento de los casos aumenta el riesgo de que aparezcan nuevas variantes más peligrosas. El desconocimiento por el comportamiento que pueda tener ómicron en el país, durante las próximas semanas, nos conduce a replantearnos acerca de la conveniencia de realizar eventos masivos que podrían convertirse en focos de contagio.
Durante estos últimos días, varias ciudades y municipios del país han anunciado la suspensión de sus fiestas tradicionales en respuesta al aumento de contagios por coronavirus. A nivel internacional, Brasil anunció la cancelación de los tradicionales desfiles “de rúa” del carnaval de Río de Janeiro, que se llevan a cabo en las calles de la ciudad. En el caso del Carnaval de Barranquilla, se ha confirma-do la fiesta presencial con algunas modificaciones y la suspensión de ciertos eventos y desfiles. Sin embargo, persiste la preocupación por las aglomeraciones sin control que se puedan presentar en algunos eventos populares.
El explosivo aumento en los contagios que registra el Valle del Cauca tras las celebraciones de la Feria de Cali y las festividades de fin de año, alerta sobre lo que podría suceder en Barranquilla sí se realiza un carnaval con indisciplina y sin control. Las aglomeraciones callejeras, los desbordamientos y el incumplimiento de medidas de bioseguridad básicas como el uso del tapabocas, han sido protagonistas en las primeras fiestas de barrios de precarnaval que se han realizado en la ciudad, así como también sucedió en celebraciones de fin de año autorizadas por las alcaldías en municipios como Soledad y Malambo que se convirtieron en una batalla campal entre jóvenes, donde reinó la falta de autoridad. El escenario ideal para la propagación del virus.
Las advertencias emitidas por médicos científicos de Barranquilla sobre los riesgos que supone la aceleración de contagios para el sistema de salud, no deben ser ignoradas. Muchos nos preguntamos: ¿Si realmente se pueden controlar los eventos masivos del carnaval?, ¿Si se cuenta con una capacidad logística suficiente para garantizar el cumplimiento de los protocolos en todos los eventos?, o ¿Si las medidas que se implemente podrán contener el avance de contagios de ómicron?, como estas son varias las inquietudes que surgen por la realización de este tradicional evento.
Aunque Barranquilla ha sido destacada como líder en vacunación contra el Covid-19 en Colombia, todavía hay muchas personas no vacunadas o con el esquema incompleto, que se encuentran en mayor riesgo. La confirmación del Ministro de Salud, Fernando Ruiz Gómez, de que ómicron es la variante dominante en Colombia genera una mayor alerta para las próximas semanas.
En medio de este panorama de incertidumbre, no está de más contemplar la posibilidad de aplazar los carnavales por unos meses o de reducir más los eventos a realizar. Para ganarle a esta nueva ola y detener el aumento masivo de contagios, es vital acelerar los procesos de vacunación, así como también evitar las aglomeraciones, mantener estricta disciplina con las medidas de bioseguridad y un buen comportamiento ciudadano. Entre todos tenemos que contener el avance de la enfermedad.