La conservación de nuestros recursos ambientales es tarea de todos.
Por Alberto Mario Martiniere
El Distrito Especial, Turístico y Cultural de Riohacha o simplemente, Riohacha, debe su denominación en gran parte, al vasto potencial que su entorno medioambiental ofrece a la actividad turística en general.
Es bien conocido que el foco central de ese potencial está constituido por las diferentes playas que conforman el litoral de la calle primera, la más emblemática y colorida de la ciudad.
Sin embargo, aquellos que frecuentemente recorremos sus orillas, hemos podido observar como en los últimos meses se ha venido dando una gran acumulación de desechos sólidos y orgánicos en las mismas. Esto, producto de la desidia de los bañistas que hacen uso de ellas y de la falta de mantenimiento y control de los entes públicos y privados involucrados en la promoción, vigilancia, regulación y conservación de nuestras playas.
Más allá de los desechos que naturalmente deposita el mar desde sus profundidades, las playas de Riohacha se han ido llenando indiscriminadamente de bolsas, botellas y empaques plásticos; así como también, de prendas de vestir, de palos, de calzados viejos, etc. Todos estos, hay que decirlo, dejados en nuestras orillas por la falta de una concientización ciudadana que mitigue las consecuencias de la cultura desordenada, irresponsable y parrandera de quienes las visitan.
El arribo de turistas a esta ciudad, poco a poco está dejando de ser estacional para hacerse permanente. No debemos darnos el lujo de mostrar a quienes nos visitan, una realidad que no cumpla con las expectativas de lo que esperaban encontrar en esta tierra. Más aún, cuando es precisamente el turismo, una de las actividades que más aporta a la economía de la ciudad y del departamento.
La conservación de nuestros recursos ambientales es tarea de todos. Debemos tomar conciencia de lo que, como destino turístico, le ofrecemos a nuestros visitantes y a nosotros mismos y de encontrar los mecanismos que ayuden a eliminar esta tendencia facilista y perjuiciosa que mal habla de lo que, como sociedad, somos.
El llamado es, primero, a la comunidad en general para que haga un uso y disfrute de nuestras playas de manera más consciente y organizada. Así como también, a los órganos competentes en materia de turismo: Corpoguajira, Secretarías de Turismo Departamental y Distrital, etc. A que tomen cartas en el asunto en pro de aportar soluciones inmediatas, de corto plazo a esta situación que, de no abordarse a tiempo, podría obligarnos a arriar la bandera azul en nuestras playas, para izar la roja.
En consecuencia, creemos campañas de concientización, eduquémonos para ser mejores ciudadanos y cambiar la cara a una ciudad que, en todos los sentidos, pide un mejor trato de parte de sus habitantes.