En las últimas décadas del siglo pasado una prestigiosa cadena radial de noticias tenía como eslogan “sin confirmar no lo decimos”, premisa que hoy no se practica por el afán de la chiva y el protagonismo mediático.

Por Roberto Gutiérrez Castañeda

Hace un par de días el locutor de un radio periódico local difundió la  noticia del   fallecimiento de un miembro de una reconocida familia de la ciudad con la  reacción propia de un evento de esa naturaleza y las secuelas físicas y emocionales que la misma causa en la familia y el entorno social. Posteriormente  la misma fue desmentida con el resultado propio de un infundio cuando se propaga: muchos lo creen y lo multiplican y muy pocos se enteran de la rectificación.

En las últimas décadas del siglo pasado una prestigiosa cadena radial de noticias tenía como eslogan “sin confirmar no lo decimos”, premisa que hoy no se practica por el afán de la chiva y el protagonismo mediático.

El filósofo alemán Oswald Spengler  afirmaba “Los hechos son ciertos, las interpretaciones son libres” dando  a entender que podemos mirarlos e interpretarlos desde diferentes puntos de vistas pero la rigurosidad de la  realidad fáctica debe prevalecer. Desafortunadamente las fakes news, las tergiversaciones tendenciosas las narrativas intencionales forman parte del principal menú de opciones de los medios informativos actuales.

Periodistas integérrimos, respetados y apreciados, como Juan Gossain, se lamentan del declive ético del periodismo actual y la transformación de los medios de comunicación en cajas de resonancias de conglomerados económicos y políticos.

 Por su parte, el escritor argelino Albert Camus dice que “lo que hace que las personas reflexionen sobre el sentido de sus vidas es la repetición de sus días, la rutina y la realidad irrefutable de los hechos”.

En este contexto la monotonía de la  repetición sin alteración de la relación causa/efecto  perniciosa, la permanencia en la rutina condicionadora de la conducta anti ética y la contundencia de los hechos considerados irreductibles permean  la conducta individual y colectiva que ,como en  la alegoría de La Caverna de Platón, llegan a configurar  una realidad distorsionada que al confrontarse con la realidad hacen que esta se niegue porque no corresponde con  sus estereotipos.

Así, con esa contumacia, se ha venido creando en el hemisferio y por ende en nuestro país y la región un periodismo comprometido que nos recuerda lo que el escritor y periodista Charles Wright Mills en su libro Escucha yanqui decía de los mercantilistas norteamericanos que en público denigraban de la revolución cubana y en privado negociaban sus productos:“Son como las rockolas, se les introduce una moneda y cantan la canción que uno quiere”.

La metedura de pata o gaffe que da origen a este comentario recuerda la oración atribuida erróneamente a José Zorrilla autor de Don Tenorio cuyo autor verdadero es Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza quien en su comedia La Verdad Sospechosa pone en boca de uno de los protagonistas: “Los muertos que vos matáis, gozan de buena salud”.