Por Rafael Humberto Frías

Como está escrito y lo aprendí en la escuela de la vida, los hechos dicen más que las palabras, y por nuestras obras nos conocerán las presentes, las futuras generaciones y hasta la posteridad. Muchos han logrado cambiar la historia de su vida y su destino y han conseguido construir su propia estatura. Otros, se hicieron de la nada y a punta de esfuerzo y de talento lograron posicionarse en las mentes y los corazones del mundo. Mientras que, otros se quedaron en el umbral de la humilde conformidad viendo brillar la estrella de los demás.

Pero son muchos los testimonios de vida que han logrado enriquecer las paginas doradas en lo que se denomina el libro de los hechos, porque narra historias formidables de hombres y mujeres que se han convertido en un ejemplo para la humanidad por el valor público aportado. Este libro no es un texto que encontramos en las librerías ni en los puestos de revistas, es simplemente la lectura que el imaginario colectivo le da al diario acontecer, donde unos escriben para bien y otros para mal, desde la perspectiva de vida que tengan.

Incuestionablemente, que el mejor testimonio lo constituye Jesucristo, el hijo de Dios, con su sacrificio vivo en la cruz del calvario, pagando con su vida y su sangre por el perdón de nuestros errores y pecados, para la salvación de la humanidad. Este hecho, marcó nuestras vidas para siempre y es el primer capítulo que debe contener el libro de la vida, desde el punto de vista de la doctrina más sana. Así mismo, desde nuestro escenario caribeño, hombres comunes y corrientes como nosotros, también marcaron la historia, como es el caso de Gabriel García Márquez, quien logró con su pluma sagrada y haciendo ficción y realidad su obra literaria, meter al macondo caribe en las cumbres más altas de la literatura universal hasta pintar con los colores de nuestra bandera nacional el mapamundi con su premio nobel.

Del mismo modo, hay muchos deportistas que, a punta de puñetazos, se abrieron camino y lograron cambiar su destino, Kid Pambelé, Rocky Valdés y Happy Lora, son fieles ejemplos de supe-ración y escribieron con creses páginas de oro para orgullo de sus familias y la nación. Así mismo, Carlos “El Pibe” Valderrama, James Rodríguez, Radamel Falcao García, Arnoldo Iguarán, Luis Díaz y René Higuita, entre muchos otros, han logrado escribir con sus hechos y hazañas la historia de su vida deportiva como ejemplo para la humanidad.

Igualmente, Shakira, Carlos Vives, Joe Arroyo, Jorge Oñate, Los Hermano Zuleta, Silvio Brito, Silvestre Dangond y Diomedes Díaz, entre otros, mostraron la grandeza de su talento musical para hacerse acreedores a estar en el libro de los hechos de la vida, por su trayectoria y reconocimiento de haber llegado temprano al reparto de los talentos. También marcó nuestras vidas para siempre, la forma de hacer periodismo nacional con su picaresca, sus irreverencias y displicencias tan peculiares, el inolvidable Jaime Garzón, quizás el periodista más extrañado en nuestro país por su obra y su talento.

Se recuerda también por sus hechos, a Ernesto Mckausland y a David Sánchez Juliao, por su periodismo narrativo y tan particular para llegarle a la gente a través de sus crónicas del día a día en el caribe tropical. Tampoco podemos dejar de incluir en este libro de hechos memorables, al campeón Edgar Perea, ese gigante de ébano y narrador deportivo con su voz prodigiosa, que tantas veces nos puso a vibrar de orgullo patrio y alegría con su espíritu caribe y colombiano, con su frase inolvidable “Gol de Colombia, mi patria querida”.

En el difícil mundo de la política colombiana, se destacan también estadistas de talla nacional, entre los cuales recordamos a los inmolados, Jorge Eliecer Gaitán, Luis Carlos Galán y Álvaro Gómez Hurtado, seguidos muy de cerca, de ese gran caudillo, como lo fue Horacio Serpa Uribe, con sus ideales social-demócratas. Pero, la gran reflexión de esta columna, es afirmar que la vida es el libro de los hechos, no de los intentos, ni de convertir tu vida y la de otros que dependan de ti, en un relicario de buenos deseos. Hay que luchar para estar en el libro de la vida y de los hechos sin rendirse, hasta llegar a las cumbres más altas. Habrá quienes aplauden nuestros éxitos y quienes no los perdonan. Por eso, debemos rodear-nos de gigantes mentales y espirituales con visión del mundo.