¿No son acaso circunstancias que deberían obligar
a quienes los representan, a buscar otras estrategias?
Por Juan Manuel Galán
Esta semana escribí un trino en el que resaltaba al sindicalismo como una institución de organización social de vital importancia para la democracia, pero que, en nuestro país, se dejó colonizar por el clientelismo. Así, mencioné que había perdido su norte, la representatividad de los trabajadores y que se había convertido en una camarilla que sólo generaba desconfianza.
Al respecto, recibí un sin número de ataques, entre los que se encontraban los del senador Roy Barreras, quien, de forma mezquina, en busca de likes y retweets quiere generar polémica en redes sociales. Sin embargo, vale la pena hacer unas aclaraciones sobre lo mencionado en twitter.
En primer lugar, reconozco que cometí un error al generalizar. No todos los sindicalistas en Colombia han caído en prácticas clientelistas, por lo que reconozco mi equivocación y ofrezco disculpas.
En segundo lugar, nadie puede desconocer la dignidad y grandeza de los trabajadores a lo largo de la historia de nuestro país. Su lucha y sacrificios. Precisamente por eso duele, en circunstancias como las actuales, el proceder errático de una representación que no interpreta el momento, dando pie a que las justas reivindicaciones de los trabajadores pierdan respaldo entre los restantes sectores sociales.
Las dificultades que muchos trabajadores deben sufrir para llegar a sus lugares de trabajo o a sus hogares por la falta de trans-porte; o la atención de los enfermos en la situación de pandemia, ¿no son acaso circunstancias que deberían obligar a quienes los representan, a buscar otras estrategias? Lo cual no conlleva tener que claudicar en sus demandas, justas, por demás, como siempre lo hemos reconocido, ni a tener que dar la razón a quienes se oponen a la protesta o a que de ella participen los trabajadores. Sugerencia con la que se quiere acallar nuestra crítica, pretendiendo privarnos de nuestro derecho a opinar.
Es así, que por ser conscientes de las enormes desigualdades e injusticias que aquejan a la sociedad colombiana y que los trabajadores son sus víctimas más directas e inmediatas, nos angustia que su dirigencia no reaccione; se mantenga atrapada en el anacronismo; sin mayores alternativas a las acuciantes necesidades insatisfechas de este sector y de la sociedad en su conjunto.
Prueba de ello es la agresión personal con la que se pretende darme respuesta. Mientras que recurrentemente nada se hizo frente a la ley 100; el salario mínimo año a año más empobrecido, las propuestas de reformas pensionales, la destrucción de los derechos sociales; cada vez más intensa fruto del modelo neoliberal que nos corroe; el recorte y la supresión de las horas extras y un amplio etcétera. Las aspiraciones políticas de algunos de sus dirigentes buscan tergiversar la verdad y botan al traste todo por lo que dicen o se jactan de “luchar” en pro de los trabajadores.
Una buena parte del empresariado colombiano ha reconocido que puede y debe contribuir más. Es un gesto y un paso importante. ¿Cuál es el paso y el gesto que la representación sindi- cal está dispuesta a dar para reconectarse con su histórica justa causa de velar por el bienestar y garantía de derechos de los trabajadores?