Por Luis Alonso Colmenares
Recuerdo el año 1979. Empezaba a ser ciudadano, terminé bachillerato e ingresé al Seminario Mayor de Bucaramanga, tierra de mi familia paterna donde descubrí el sentir santandereano que ha vivido genéticamente dentro de mí.
Ese año Luís Carlos Galán se fue del Partido Liberal, fundó el Nuevo Liberalismo y alborotó el país político.
En 1982 salí del Seminario e ingresé a la Universidad Autónoma de Bucaramanga a estudiar Contaduría Pública. Ahí conocí a Galán porque en varias ocasiones llegó a exponer sus ideas, y varios directivos, docentes y estudiantes participaron en la política con Galán.
Terminé mis estudios de Contaduría Pública en la Universidad Central en Bogotá, y seguía las ideas de Galán, me gustaba su actitud rebelde y reaccionaria contra las injusticias, el clientelismo, el narcotráfico, contra la crisis ideológica del partido liberal y los políticos tradicionales, porque era coherente para defender los “ideales liberales de democracia, igualdad, libertad y responsabilidad”.
También recuerdo la noche del 18 de agosto de 1989, era viernes, y estaba reunido con unos amigos en el apartamento donde vivía, en el barrio Galerías de Bogotá. Hacia las nueve de la noche alguien comentó que por televisión estaban pasando una noticia del atentado contra Luis Carlos Galán en la plaza de Soacha; y al rato alguien más confirmó el fallecimiento.
De ahí en adelante todo lo que pasó lo conoce el mundo. Gaviria fue elegido presidente. Algunos inocentes fueron responsabilizados del crimen con la intención de desviar la verdad, pero después los hechos se fueron aclarando con los años.
Y el Nuevo Liberalismo se fue quedando en el olvido por sustracción de materia…
Ahora vuelve el Nuevo Liberalismo a la batalla política por decisión de la Corte Constitucional que en la Sentencia SU-257/21 ordenó restablecerle la personería jurídica, consideran-do que “la colectividad perdió su oportunidad de ocupar la jefatura de Estado y, posteriormente, de participar en nuevas contiendas electorales” con el aniquilamiento de sus líderes. Argumento, más que justo, necesario y suficiente.
Esperamos que ahora se abra una oportunidad para renovar el Congreso con gente decente, que no tengan rabo de paja, ni expedientes, ni prontuarios ni conflictos de interés. Que acabe el mercantilismo porque “Los que compran votos atropellan la libertad política y generan violencia”.
Ahora el Nuevo Liberalismo le tiene que apostar a escoger sus candidatos de manera diferente, mediante un proceso que sea amplio y transparente; que se conozca la hoja de vida de las personas que tengan aspiración, a través de alguna red social de acceso general.
Debe ser la oportunidad de la gente íntegra, y de todos los sectores sociales, con suficiente idoneidad en el manejo de los temas, donde no quepa el beneficio personal sino la firme convicción de actuar y decidir para el beneficio del país, para el beneficio de los que nunca han tenido oportunidades y para resolver necesidades básicas insatisfechas.
Y no es que no haya personas con esas características morales en el país, porque nuestro país es de gente honesta en su grandísima mayoría, sino que no han tenido las oportunidades para llegar al Congreso porque el poder económico los ha aplastado.
El Nuevo Liberalismo también es una oportunidad para tramitar las leyes que acaben con los privilegios del Congreso, de las cortes judiciales y los órganos de control; que le devuelva la confianza a la justicia oportuna y eficaz; para que el tráfico de drogas sea resuelto de manera distinta y acabe con la guerra que ha destruido todo en nuestra sociedad; desmontar tanto asistencialismo a cambio de proyectos productivos; que el derecho a la salud y educación sean universales de manera absoluta y gratuita.
En las actuales circunstancias del país se hacen más vigentes las palabras del líder santandereano en cuanto que “Colombia está dominada por una oligarquía política… que convirtió la administración del Estado en un botín que se reparte a pedazos”, y esa forma de hacer política se tiene que erradicar por completo, para volver a defender la iniciativa liberal. “Por Colombia, siempre adelante, ni un paso atrás y lo que fuere menester, sea”.