Por Luis Guillermo Baquero R.

No hay duda de que La Guajira es un territorio de oportunidades, pero la falta de articulación y de acción colectiva no han permitido capitalizar el desarrollo y la competitividad territorial. Solo basta con remitirse rápidamente a los indicadores sociales, económicos y de desempeño institucional para concluir que es poco en lo que se ha avanzado en comparación a otros departamentos del país.

Salir del atolladero requiere de una estrategia sostenible de largo plazo que exceda intereses personales y cortoplacistas, necesitamos integrar esfuerzos entre las entidades del nivel nacional, territorial, el sector privado y la sociedad civil del departamento para ejecutar un plan de inversiones que generen las condiciones habilitantes para impulsar el desarrollo y la competitividad del departamento.

La Guajira tiene una oportunidad valiosa con el fortalecimiento del sector privado tras el arribo de varias empresas del sector minero energético que podrán aportar a la generación de empleo formal, a la dinamización de la economía local y a la puesta en marcha de proyectos de inversión social que
se complementan con los recursos que tributan estas empresas para el financiamiento de obras y programas para el desarrollo del país y en especial del departamento.

Hoy vemos como departamentos como Atlántico, Antioquia, Valle del Cauca y Bogotá han logrado ser competitivos como resultado del protagonismo y aporte del sector empresarial que en alianza con autoridades publicas y la ciudadanía han jalonado el desarrollo del territorio. Lastimosamente,
en el departamento de La Guajira aun se confunde al sector privado como única alternativa al vacío estatal histórico y es utilizado como mecanismo de protesta para exigir respuestas de intervención pública.

Si La Guajira quiere avanzar, debe apoyar el sector privado como generador de valor. Hoy, cuando estamos sumidos en una crisis social y económica que se agudizó con la pandemia, nos vemos obligados a creer en nuestras empresas locales y a rodear y comprender las dinámicas de las grandes empresas que con nuevos proyectos en el sector minero energético podrán abrir la puerta a más empleos formales y a la generación de ingresos en el territorio. Hoy el sector de minas y canteras junto al sector de energía representan el 25,4% del PIB departamental.

Es necesario un diálogo genuino y aterrizado con el sector privado para priorizar aspectos importantes como la contratación de mano de obra local y la demanda de bienes y servicios de empresas guajiras que generen una dinámicas que beneficien a la población del departamento y apunte hacia la diversificación económica. De igual forma, los acuerdos honestos y transparentes facilitarán la tranquilidad de las comunidades indígenas con la presencia de los proyectos en sus territorios y además garantizarán la operación de las empresas.

El sector privado conoce las carencias y las necesidades de La Guajira y, dentro de sus posibilidades y de su alcance, está dispuesto a ayudar para encontrar soluciones de largo plazo, no obstante, no todo podrá quedar en manos de los gobernantes y las empresas, los ciudadanos de a pie deben
asumir el compromiso con La Guajira de emprender pequeños cambios de hábitos y acciones que progresivamente se conviertan en modelos mentales que favorezcan el interés colectivo.