Para entender el fallo es necesario conocer la Corte Constitucional, su origen, composición, formación de los togados, como actúan.

Por Roberto Gutiérrez Castañeda

La Corte Constitucional Colombiana acaba de dar duro golpe a la esperanza de los guajiros de que los ingentes problemas ancestrales que la aquejan tuviesen la posibilidad de ser solucionados

Para entender el fallo es necesario conocer la Corte Constitucional, su origen, composición, formación de los togados, como actúan. Antes de la Constitución del 91 la Corte Constitucional era una sala más de la Corte Suprema de Justicia con la misión de estudiar y fallar de acuerdo a la exequibilidad de las leyes y actos gubernamentales en concordancia con la centralista, clasista y retrograda Constitución de 1886 redactada a dos manos por representantes del Vaticano y el partido conservador. Los miembros constituyentes de la naciente corte constitucional estaban imbuidos por los matices de las doctrinas jurisprudenciales de esa filosofía decimonónica.

La mayoría de la nueva corte no es ajena en su totalidad a esa herencia. Para que cambie la concepción de los obsoletos conceptos debe transcurrir por los menos una generación de juristas que abreven en las modernas concepciones del estado y su acción en la comunidad. Pasajes bíblicos dan certezas a estas, al parecer iconoclastas, apreciaciones: el éxodo de Moisés y el pueblo judío en la diáspora duró cuarenta años; tiempo estimado para que la nueva generación que nació en el desierto, pero en libertad, perdiera la nostalgia de la seguridad alimenticia que les daba la esclavitud.

La Corte actual de nueve miembros, tres de los cuales son nominados por el presidente de la República, tres por el Congreso y tres por el Consejo de Estado, es el reflejo de sus componentes; ellos representan el poder político centralista, exclusivista y exegético. Para ellos el poder no es la conjunción de las fuerzas centrífugas y centrípetas que crean el equilibrio económico y social de la nación sino la consunción de la periferia en favor del centro; para ellos La Guajira y sus riquezas deben servir para el desarrollo nacional, como lo patentizaron con la expoliación de las regalías. Para ellos la ley es inflexible, inerte, axiomática y dogmática, no admite disquisiciones filosóficas ni consideraciones humanísticas es, como la conclusiones de los inquisidores medievales cuando sentenciaban a las brujas: “Si eran inocentes el Señor las salvaría,  si no las llamas las consumirían”. Todas morían.

Al respecto, sobre la posición inamovible de ciertos juristas en la aplicación e interpretación de la hermenéutica jurídica, el doctor Martín Agudelo Ramírez, Abogado, Profesor Universitario en la Cátedra de la Teoría General del Proceso en la Universidad de Medellín y Autónoma Latinoamericana. Miembro del Centro de Estudio de Derecho Procesal, en su libro <<HEMENEÚTICA JURÍDICA Y ÉTICA>> dice: “Los operadores jurídicos, tradicionalmente, han acudido a la lógica ciega del silogismo y de la subsunción del caso, sin tener en cuenta la complejidad que encierra la vida cotidiana ,(sub rayo),y sin explorar el texto normativo, objeto de aplicación, un abanico abierto de posibilidades de interpretación, ya que se ha partido de modelos abstractos y genéricos para resolver bajo una misma medida todos los casos que consideran similares. Falta el reconocimiento de una hermenéutica jurídica que impida el sacrificio de la particularidad que reclama solución cuando deban ser aplicadas las normas jurídicas”. (sub rayo).

Condensa este magnífico párrafo la esclerosis intelectual de los magistrados que aplican las normas como si se tratara de una ecuación matemática, DURA LEX SED LEX.

Todo ha sido consumado. Lo repudiable en este caso no lo es tanto la acción proditoria de los “honorables magistrados” cómo el silencio cómplice de los que dicen representarnos en el parlamento y de quienes aspiran a gobernarnos. Así como hace dos mil años los sacerdotes del sanedrín se solazaban en su pequeñez mental por lo que consideraron su triunfo en el Gólgota muchos guajiros se glorifican en su interior, y algunos de manera pública, con el fallo judicial porque aún no han comprendido la frase que se escuchó en la cruz: ELI, ELI  LAMA SABACTANI ni han dimensionado las consecuencias de un fallo injusto y discriminatorio. A unos y otros les decimos no en wayunaiki sino en un idioma que representa el más alto grado de su insensatez: REMEMBER PANAMÁ.