Desde la prenavidad, hasta los festejos del año nuevo, que culminan con las llegadas de Reyes Magos, se comienza a sentir cambios en el ambiente social, laboral y familiar.

Por Martín Barros Choles

Las fiestas navideñas son una tradición religiosa, de la Iglesia Católica. Proviene de origen latino, que significa nacimiento. Se viene celebrando desde el año 300, por el emperador romano,  Constantino, durante el Papado Julio I, con la finalidad de despedir las vigencias anuales, comenzando con la celebración de la virgen Inmaculada Concesión, alumbrados de velas en la madrugada del 8 de diciembre, seguidamente los preparativos previos a   conmemorar el nacimiento del niño Jesús, que históricamente según la Biblia,  tuvo lugar en Belén, vecino de la Franja de Gaza, que hoy día, está convertida en infierno, por motivos de guerras y holocausto, con miles de palestinos muertos, siendo los más afectados, niños  con una cuota superior 5000 muertos, por los constantes bombardeos, asesinando muchas personas inocentes, que se encuentra en medio, del fuego cruzados,  del ejercito de Israel, que lanzan misiles y cohetes, de manera indiscriminadas, en vivienda y refugios humanos, persiguiendo la organización terrorista Hassma, de origen Palestino.

Desde la prenavidad, hasta los festejos del año nuevo, que culminan, con las llegadas de Reyes Magos, se comienza a sentir cambios, en el ambiente social, laboral y familiar, que se conmemoran, de diferentes formas, en distintos lugares, donde predominan y practican el cristianismo, en múltiples iglesias, diferentes de la Religión Católica, que comulgan contenidos, en coincidencia de textos bíblicos.

 Durante el término de un mes, nos contagiamos de integraciones, en unidad: familiar, barrial-vecinal, amistosas y en compañerismos, para compartir, con alegría y en paz, la tradición navideña, en las que llueven, cariños, halagos, gracias, conciliaciones, reconocimientos, perdones y muchos festejos; dejando atrás, diferencias y errores, que distancien, atormenten, empañen relaciones y contaminen; el ambiente con mal comportamiento y desapegos.

En tradiciones navideñas, se alegran con alumbrados de diferentes diseños, en espacios públicos y privados, amenizados con músicas y canticos, melodiosos poéticos, entonado en coros de grupos, conformados por adultos y niños, alrededor de pesebres.

Durante el mes navideños, decretan vacaciones colectivas, para el descanso y compartir en familia, en el hogar o programando viajes. Se reconoce un pago adicional, (primas de navidad) a los asalariados, vinculados en empleos y labores, para pagar deudas, disfrutar de paseos y excursiones, en distintos lugares del territorio geográfico, nacional e internacional.

La navidad conlleva gastos para congraciarse y conectarse, con el ambiente especial, deleitándose de alegría y felicidad, que se refleja, entre quienes comparten, festejos, licores, manjares, regalos de aguinaldo y demás atenciones. En pobreza extrema, la navidad se comparte con penuria, tristeza, desamparo y sin niño Dios, que estimulen alegría, a los niños y adultos, olvidados, hambrientos y sumido en la inhumanidad; para quienes los años pasan, sin sabor y sin glorificar, milagros misericordiosos, de ángeles y “papa Noel” consoladores, que se apiaden y socorran, de vivir en miseria humana.

Durante el termino de duración navideñas, se realizan los balances e inventarios, registrado durante el recorrido del año que finiquita, para calificar el resultado que arrojan en la vigencia anual, relacionadas con los movimientos y vaivén, del sube y baja, en actividades, acciones, operaciones y hechos; relevantes que fundamente las bases de perdidas y ganancias, amores y desamores, alegrías y fracasos; muchos sentimientos: positivos, negativos y encontrados. Pero todo es posible de ocurrir durante un año de vida, ya sea porque se quieran y logren, materializarlo o provenga de imprevistos y diferentes, hechos y circunstancias, que debe ser valorados, en objeto de análisis, con paciencia, reflexión, reparación y superación, descargando rencores, odios, amarguras, arrogancias, egolatrías, resentimientos, rencillas y demás; sentimientos tóxicos y negativos; que contaminan, reprimen o altera la espiritualidad humana, generando mal humor. Además, desmiembran y disocian, confraternidad y afecto, familiar y amistoso, para compartir, en armonía, cordialidad y paz.

A mis apreciados lectores, en general y en especial, a seguidores de mis columnas, familiares, amigos, compañeros y al director, en compañía del equipo de trabajo y columnistas, de este prestigioso medio de comunicación, con mucho cariño les deseos feliz navidad, venturoso y próspero año nuevo 2024, que Dios lo colme de alegría y felicidad, en hogares y extensión familiar, para que reine el bienestar, en el amor, salud y paz. Consoliden anhelos y deseos positivos.

Con este articulo me despido este año, por motivo de vacaciones. A partir de la segunda semana del mes de enero, próximo año, volveré de nuevo con mis columnas, en variados artículos, informativos e ilustrativo, sobre temas actualizados, para efecto de orientación, compartiendo con ustedes, mis opiniones semanales. Bendiciones, brazos.