Independientemente que tenga o no razón el Fiscal, se trata de una acción calculada que se está repitiendo semana a semana. 

Por Abel Medina Sierra 

“Nueva andanada de críticas del Fiscal a reformas del gobierno” fue el titular con el que coincidieron varios medios la semana anterior. Esta vez, el Fiscal general de la nación Francisco Barbosa, mojaba tinta “previniendo” a los colombianos que, la ley de sometimiento a la justicia que promueve el presidente Petro, contempla micos que permiten el indulto a los narcotraficantes.   

Independientemente que tenga o no razón el Fiscal, se trata de una acción calculada que se está repitiendo semana a semana. Un fiscal que de la noche a la mañana, se imposta como el nuevo adalid de la justicia, el gran defensor de los colombianos, el guardián de la Constitución, la institucionalidad y la ley; eso tampoco es malo. Lo raro es que durante el gobierno de su compañero de universidad y “uña y mugre”, Iván Duque, Barbosa más bien era un funcionario de muy bajo perfil, poco hablaba a la prensa, tan anodino que la Fiscalía tuvo que crear una campaña publicitaria que vendía el slogan “Nosotros hablamos con hechos”. No se escuchaba la hoy altisonante y vehemente voz del fiscal en el caso de Centros poblados, en el de Aida Merlano, tampoco en la feria de los recursos durante la pandemia, el robo de los bienes en la SAE y otros tantos escándalos.   

De la noche a la mañana, el mudo fiscal comienza a pronunciarse sobre lo divino y lo humano, lo que es y lo que no es de su competencia. De repente, comienza cada semana a hacer promesas como si fuera candidato a algún cargo: “La próxima semana voy a librar órdenes de captura por el caso Odebretch”, “Ya sabemos la ubicación de los cabecillas de esta banda”. Y es que cada día, los colombianos parecemos estar repitiendo un deplorable escenario con pésimas consecuencias que se vio en años anteriores: un alto funcionario de los órganos de control que ya comienza a dar pasos para aspirar a la presidencia. 

El inesperado giro en el perfil del fiscal nos hace recordar el vergonzoso afán del ex procurador Alejandro Ordóñez para convertir el Ministerio público en su punto de lanzamiento a la presidencia. Recordemos que Ordóñez se reunía con despojadores de tierra del Magdalena a prometerlos frenar los procesos de restitución; salía a las calles a protestar contra las Farc, intercedía en todos los asuntos de manera calculada. Lo más vil, fue comenzar inhabilitar todos los que competirían con él en el camino a Palacio de Nariño: Piedad Córdoba, Andrés Felipe Arias (a pesar de ser copartidario) y Gustavo Petro, entre otros. Con este último, el tiro le salió por la culata porque el ex alcalde de Bogotá se hizo más protagonista por esa destitución, mientras Ordóñez terminó con un discreto paso por una embajada ante la OEA.  

Volviendo a Francisco Barbosa, pareciera que ya sigue la misma agenda de Ordóñez, muy cercano ideológicamente. La primera víctima fue el gobernador del Magdalena Carlos Caicedo Omar, una figura con gran proyección y perfil presidenciable. La maroma del fiscal de meter a los Gnecco en el mismo paquete de imputaciones no oculta que, su real objetivo es el primero. Sospechoso. Con sospechosa ayuda de una aliada, la procuradora Cabello, también tienen en la mira a Daniel Quintero, alcalde de Medellín con proyección presidenciable.   

El Fiscal, presumo, ha hecho una lectura del actual panorama político que parece prometedor para alguien que presume como “el colombiano mejor preparado de su generación”. Las élites nacionales han puesto a los principales medios en una despiadada y brutal agenda de desprestigio del gobierno lo que algunos han augurado como un “golpe blando” (esos que no requieren acción militar sino mediática). Así que todo el que se le oponga, tendrá micrófono abierto y el Fiscal lo está aprovechando. Toda política reformista tendrá férrea oposición de quienes representan el status quo, y mucho mas cuando esos mismos son los dueños o patrocinadores de los grandes medios, así que el hoy fiscal y, muy posible candidato, ha encontrado tribuna libre y gratis para irse visibilizando como una opción de retorno a la extrema derecha. Otra coyuntura favorable es la escasez de opciones que le hagan contrapeso a la figura del presidente. Un Rodolfo Hernández desinflado y que resultó ser un fiasco como congresista, un Fico Gutiérrez que cada vez que se pronuncia produce más risa que reflexión, una Cabal desatinada, un Miguel Uribe que a nadie convence ni conmueve. En realidad, Petro ha tenido una oposición que estorba, pero que no convence a nadie y allí quiere entrar a jugar Barbosa, inicialmente, estorbando.  

Que un Fiscal, Procurador o Contralor quiera irse vendiendo como candidato, es algo peligroso para la democracia. Si bien, como colombiano tiene todo el derecho a aspirar, no es ético que utilice su cargo y los recursos del Estado para ese fin. Pondrá la entidad a perseguir a unos y absolver a otros como lo hizo Ordóñez. Se ha hecho el de la vista gorda con el escándalo de su amiga Ana Catalina Noguera, la hija de los dueños de la Universidad Sergio Arboleda, pero es muy ligero para abrir investigaciones cuando de algún miembro del gobierno o del de Santos se trata. Una justicia “selectiva” es un peligro para el país.  No sería raro que las chuzadas, el espionaje, los saboteos y campañas de desprestigios que ya, en otras ocasiones han salido de organismos estatales, se reactivaran para deslegitimar a algunos oponentes. Dios nos salve que el mejor amigo de Duque llegue a ser presidente.