Por Amylkar Acosta Medina

Así llamaban, llaman y seguirán llamando sus discípulos, que fueron muchos, al profesor emérito de la Universidad de La guajira, de la que también fue Rector ejemplar, a quien en vida respondía al nombre de Francisco Justo Pérez Van Leen-den. Nos conocimos y fuimos condiscípulos en el Colegio Divina Pastora (CODIPAS) en Riohacha hace ya muchos calendarios y, desde entonces, se perfilaba Justo como el intelectual, el hombre sesudo y pensador, quien siempre miró el futuro con anticipación de sus contemporáneos.

Justo era un hombre ajeno a la desmesura y a la ligereza a la hora de expresar sus opiniones, siempre reposadas y sustantivas, no se dejaba llevar por las corrientes de opinión en boga, porque él como el dialéctico liberal Alfonso Palacio Rudas, no tragaba entero. Su arma predilecta era la persuasión y la disuasión didácticas, así como su franqueza proverbial.
Licenciado en filología e idiomas, se doctoró en Ciencias de la Educación, con Maestría y Magister en etnolingüística, se consagró al

ejercicio de la docencia y de la investigación. Uno de sus primeros trabajos y tal vez el más sesudo de ellos fue el que tituló Abrazando las culturas, modelo etnoeducativo para la Nación Wayüu. Justo Pérez fue, ante todo, un humanista integral e integérrimo, un ejemplo digno de imitar, tanto en lo personal como en lo profesional.
Con su deceso La guajira pierde a uno de sus mejores hijos, a un intelectual a carta cabal, uno de sus más caracterizados exponentes y sus amigos perdimos a quien siempre apreciamos y desde la distancia seguimos su periplo vital con admiración y respeto, a los que se hizo merecedor.

Por fortuna, lo que uno se lleva cuando se muere es lo que deja a su paso por la vida, de manera que sus enseñanzas, su aporte y su contribución al mejor conocimiento y comprensión de nuestra realidad constituyen su mejor legado para las actuales y futuras generaciones, que tendrán en El profe Justo un faro, un guía, en los procelosos tiempos que les ha tocado en suerte vivir y avizorar. Paz en su tumba!