Con la crisis económica en el vecino país la migración de la población vulnerable aumentó y con ello trajo varias situaciones colaterales que atrasaron los procesos sociales que venían en curso.
Por Luis Antonio Gómez Peñalver
Después de varios meses sin escribir una columna de opinión vuelvo hacer una por una motivación natural que me promueve sobre los menesteres sociales que por décadas nos siguen persiguiendo generación tras generación. Firmemente siempre he pensado que la guajira es una tierra que merece un mejor presente diferente al que observamos hoy, hace treinta años atrás cuando apenas era un niño de 8 años, presumí que a mi edad actual podría observar un presente distinto, obviamente por tener tan corta edad no podría reflexionar sobre lo difícil y lento que es nuestro crecimiento socioeconómico, y en consecuencia tampoco entender las razones o circunstancias que me podrían llevar a pensar sobre ubicar mi esperanza en aquello a lo que muchos llaman nueva generación.
La principal razón que me llevó a escribir nuevamente no es algo nuevo, pero sí muy grave, los paros en La Guajira. Mi concepto particular que muy respetuosamente quiero dar a conocer sobre esto, es que existe la posibilidad de que muy pronto se pueda dar un estallido social en este departamento (espero con esto no ser tratado de pesimista y exagerado) y tal vez muchos piensen que ya se está dando, aunque yo lo caracterizo de una forma distinta, porque para mí el estallido social indica la llegada del final de todo aquello que constituya a una sociedad política, jurídica y social, pero lo más grave de todo es que aún la colectividad, la dirigencia política y demás actores parecen no haber entendido que estamos en una situación que se le sale de las manos a cualquier gobernante de esta región, incluso al mismo estado colombiano, o si no miren todo lo acontecido con la sentencia t-302, aquí no podríamos diferenciar si esta situación tocó fondo o no, porque cada vez logramos observar algo peor, los índices de pobreza en aumento y el empleo formal minimizado totalmente ante la informalidad.
Los guajiros siempre nos hemos cobijado bajo el manto de la esperanza o de no perder la fe, y sí, es cierto que no es malo adoptar ese lema de sabiduría popular que reza, “la esperanza es lo único que se pierde”, pero también debemos ser responsables y aceptar lo que estamos observando, nuestra realidad actual no es futurista, los quebrantos sociales nos muestran un departamento que ha sido víctima multifactorial de varios fenómenos sociales, aquí en La Guajira nadie tiene la culpa y todos la tenemos a la vez, hace unos días atrás escuché a una persona en la radio decir que cuando alguien va viajar hacia acá lo primero que averigua es si hay paro o no, pero para entender el origen de los bloqueos debemos ir un poco más allá, la respuesta está en la historia reciente, porque los quebrantos en el sector salud, agua, alimentación y educación, datan de décadas atrás cuando la inasistencia de gobiernos nacionales veían una coadyubancia de los sectores sociales más vulnerables sobre como ellos por medio de la cercanía con Venezuela subsanaban las necesidades básicas por medio del intercambio de bienes y servicios.
La carga social se dividió por muchas décadas entre los dos países, entonces al entrar uno de ellos en crisis socioeconómica al otro le quedó supremamente difícil solventar las garantías sociales de un pueblo vulnerable y hambriento, este análisis es parte de mi comprensión personal, pero solo explica la crisis alimentaria, ahora analicemos la situación en salud y educación. Con la crisis económica en el vecino país la migración de la población vulnerable aumentó y con ello trajo varias situaciones colaterales que atrasaron los procesos sociales que venían en curso, y encima de eso, los dificulto, pues todos sabemos, que a mayor población pobre, mayor inversión de recursos públicos, y en ese justo momento en donde necesitábamos un gobernante gestor, llegó la inestabilidad administrativa de la guajira, la cual lleva 10 años consecutivos. Cuando íbamos por la mitad de esos 10 años el gobierno nacional toma la decisión de intervenir los sectores agua, educación y salud, bajo el mandato de la sentencia t-302, además de eso la corte constitucional determina que La Guajira es considerada estado de cosas inconstitucionales, cuando eso ocurrió todos pensamos que la situación iba a cambiar para bien, que equivocados estábamos todos.
Entonces tenemos cuatro factores significativos; crisis económica venezolana, migración venezolana, crisis socioeconómica en La Guajira e inestabilidad administrativa en La Guajira, si alguien cree que estos componentes no pueden propiciar un estallido social próximo, entonces, está en desacuerdo conmigo, pues creo que sí, miren ustedes, la asunción temporal en todos sectores culminó y los bloqueos cada vez son más frecuentes, ojo, todo esto sin nombrar el componente que el gobierno actual está aportando, el cual ha consistido en minimizar la facultad de la fuerza pública sobre el actuar de algunos gremios en los bloqueos, aquí los paros son el pan de cada y día, solo es comparar la situación actual con las décadas pasadas y lograremos entender que el problema no ha minimizado su accionar, todo lo contrario, se acrecentó.
Personalmente pienso que el estallido social en la guajira es necesario, primero porque obedece a un orden natural de las cosas, todo aquello que inicia, pasa por un proceso y luego culmina en un fin, para complementarles esto les diría que la humanidad en sus diferentes facetas muestra a las crisis como necesarias para que los pueblos aprendan sobre sus errores y puedan seguir avanzando, incluso grandes pensadores de la humanidad ven a las crisis como una forma de generar inventiva en los pueblos, para hacer que los mismos a través de su actitud y reflexión colectiva logren resurgir, de manera que ver en las crisis lo positivo de cara al futuro es la mejor opción teniendo en cuenta que es necesario todo este conjunto de cosas para cambiar y mejorar.
Si no es un grupo de docentes de un centro etnoeducativo por algún motivo relacionado con el manejo pertinente con el sector o un tema PAE, son indígenas exigiendo atención alimentaria, y así una inmensidad de razones que se han ido estableciendo frente a una crisis que seguramente va explotar próximamente. Estoy convencido que muchos piensan que lo acontecido en nuestro presente es normal, incluso muchos dirán que siempre ha ocurrido y que nada va pasar, pero al ver y analizar cada uno de los factores que hemos expuesto aquí en este artículo, encontraremos que la posibilidad es alta y que estamos a un pelo de que esta bomba explote, al gobernador actual se le entregó un problema de inmensas proporciones que no es culpa de él, pero que si no sabe manejar la situación de la mejor forma, los incautos e insensatos, no dudarán ni un minuto en culparlo, porque es el camino más fácil que hemos encontrado para darle resolución a nuestros problemas sociales, responsabilizar a los demás, como si nosotros también no fuéramos parte de la sociedad y de las responsabilidades que la acontecen.
Un lema de sabiduría popular reza, “ al perro flaco es al que más se le pegan las garrapatas” cito este dicho porque no logro comprender porque desde bogota al departamento en medio de su crisis no lo ven como a un pueblo al que deben todos unidos ayudarlo a salir de la crisis, si no como un medio para usufructuar recursos públicos en medio de la crisis que transita, o si no entonces explíquenme cómo se invirtieron 61 mil millones de pesos en un programa para entregar mercados entre julio y noviembre del año pasado, y no se observó el impacto social, es decir al parecer el departamento se ha convertido en una forma o excusa para sacarle dinero al estado en la que los principales actores no son solamente los funcionarios del gobierno nacional, sino también algunos guajiros.
Que el gobierno nacional haya invertido 46 mil millones en los famosos 40 carro tanques no estaba mal, malo ha sido, lo que nos hemos venido enterando últimamente, sobre cómo le dieron manejo a ese dinero, la guajira es la excusa perfecta para llenarse los bolsillos de dinero.
Al parecer en el gobierno nacional son pocos a los que les importa si este departamento llega al estallido social, o tal vez eso es lo que buscan para tener más excusas y poder sacarle más dinero al estado por medio de La Guajira, aquí casi dos años después seguimos esperando el cambio que se nos prometió.
Quiero ser sensato, de nada sirve andar con rodeos cuando lo mejor es decir las cosas tal cual como son, la situación de la guajira ya no la va poder controlar nadie, los paros van a seguir, y todo lo colateral que se está dando seguirá igual, lo que va ocurrir aquí es un futuro cierto (el estallido social), la suerte está echada, y estoy completamente seguro que en el gobierno nacional más de uno ya lo sabe y por eso vemos que le están sacando provecho, mejor dicho, mucho dinero a la situación. En uno de los párrafos anteriores describí que el estallido social llegaba a una sociedad cuando la composición política, social y jurídica se degeneraba, pues bien, siempre hemos observado que las dos anteriores (política y social) comúnmente se deterioran, pero que la tercera (la jurídica) las salvaguarda, lamentablemente ni la llegada de la sentencia t-302 como tampoco el mandato de la CIDH logro tal objetivo, el tiempo le ha dado la razón a quienes en algún momento afirmaron que esto no cambiaría para nada la situación en La Guajira.
Ante tanta realidad que no muestra mejoría, toca pues hacer lo que siempre hemos hecho, cubrirnos bajo el manto de la esperanza y la fe en Dios para ver si esto se compone en algún tiempo próximo se compone.