Por Juan Zambrano Romero
Al establecer definiciones entre política y politiquería, encontramos que la primera, es el proceso de toma de decisiones, cuyo principal objetivo es el bien común, mientras que la segunda es la acción y efecto de politiquear en política, tratándola con superficialidad o ligereza, para hacer intrigas y bajezas.
Es interesante entender que para ser un buen político, este, debe ser una persona justa, equitativa, preparada y con alto sentido de vocación de servicio hacia la comunidad. Pero esto es un imaginario, que perdió vigencia por los matices de quienes ejercen la política, que al convertirse en politiqueros distorsionan así el sentido de la misma.
En el Departamento de la Guajira, el panorama es tenebroso. La mayoría de las personas que se han dedicado a la política, son politiqueros y de esos, los hay para todos los gustos, mentirosos, manipuladores, oportunistas, sin vocación de servicio, con inclinaciones a su ego y a su beneficio personal. Pero, también en la Guajira, hay pocas personas que han entendido el deber ser de la política, ejerciéndola con el honor y el cumplimiento de la palabra. A decir verdad son poquitos, pero los hay, teniendo el reconocimiento en toda la Guajira, de que si han cumplido y que cumplen su palabra.
La ciudadanía se queja porque los políticos no cumplen, pero es claro, no cumplen porque la mayoría se volvieron politiqueros y así se sienten cómodos. Entonces es claro que a esos politiqueros no les conviene cumplir sus promesas, porque es ese su “caballito de batalla” para seguir con el engaño y las mismas promesas cada cuatro años.
Es preciso entender que cuando una persona llega al escaño que buscaba precedido de un sinfín de promesas electorales falsas y soportadas por el dinero, poco les importa sus electores. Pero, poco o nada se hace al respecto, al ciudadano común solo se le escucha decir “yo no voto más por nadie”, “todos los políticos son iguales” o “si me dan 50 mil voy y voto”, vendiendo así su conciencia y la forma de poder cambiar.
La razón de estos procederes es la ausencia de las soluciones a las problemáticas que afronta la comunidad, despertando sentimientos en el elector como desilusión, rechazo hacia la política y apatía, generándose una abstención que desborda el 50%, para el caso del Departamento de la Guajira.
De habérsele cumplido las promesas a la Guajira, viviríamos otra realidad. En esas campañas políticas solo quedan los estribillos impresos y las palabras que se quedan flotando en el aire, y durando tan solo en el momento del discurso, apagándose para quedar mudas como letra muerta en el programa de gobierno. En ese discurso sensacionalista siempre se escucha lo mismo: “Acabaré con la pobreza y la corrupción”; “trabajaré por el bienestar del pueblo”; “haré realidad la terminación de la Represa del Ranchería”, “lucharé por una legislación que favorezca al Comercio de Maicao”; “lucharé para reducir el desempleo en el Departamento”, “trabajaré para que la Guajira tenga excelentes servicios públicos durante las 24 horas del día”….etc., etc., etc… Son promesas de cada 4 años, que si lograran cumplir-las se les acabaría los argumentos, para poder seguir con las mismas promesas en las próximas elecciones y hacerse nuevamente elegir.
Son campañas atiborradas de fotografías de sonrisitas fingidas, como “lobos disfrazados de ovejitas”. Todo es una vil y miserable mentira, para volver a engañar al pueblo. Millones y millones de pesos se gastan en campañas. Pero si un Guajiro con sentido de pertenencia, con ganas de servirle a la Guajira, que tiene impregnados los problemas de la Guajira en la cabeza, tiene la intención de aspirar a cualquier escaño por elección popular, lo primero que le preguntan es, tienes la plata?. Con cuánto cuentas?. Es esa nuestra gran realidad y nuestra gran debilidad. Qué pesar!.
Las aspiraciones de esos politiqueros se limitan solo, a tener acceso al poder, al dinero fácil y al ego, sin importarles la sufrida comunidad. La comunidad no recibe nada a cambio, sino revisemos que el Departamento de la Guajira viene con los mismos problemas estructurales desde su creación, hace más de 5 décadas, a pesar de haber desfilado tantos figurones, figurines y figuritas por el Congreso de la Republica de Colombia en representación de la Guajira.
Ellos, que fueron y son favorecidos con el voto popular, viven en una descara-da opulencia, con su futuro asegurado y con un millonario bienestar económico a costa de los votos Guajiros. Es por eso recordar que la crisis y los problemas de la Guajira no están, ni han estado jamás, en la mente de esos politiqueros que pasaron por el Congreso, sin pena ni gloria para la Guajira.
Algunos de ellos, viviendo felices a sus anchas y dándose la mejor vida en la fría Capital, otros disfrutando de las mieles de la pensión vitalicia como “padre de la patria”, todos ellos a costas del pueblo Guajiro. Vaya título, “padre de la patria”, más bien deberían llamarlos “padres de la Guajira boba”, simulando la Guajira, con aquella época donde Colombia, denominada Primera República de la Nueva Granada, logró su grito de independencia de Santa Fe de Bogotá en 1810, para luego perder su independencia con la reconquista española, época a la cual Nariño la denominó “la patria boba”. Así está la Guajira, sin salir de ese yugo opresor de los politiqueros que la han mantenido y que ellos solo han entendido la política como una forma de vida, es decir, vivir de la política.
Jamás estos politiqueros han logrado descifrar o entender las preocupaciones y necesidades que padece a diario esta querida tierra. Por eso, es importante tener claro que cumplir las promesas “no está en la agenda de ningún politiquero”. En la Guajira no se ejerce el voto castigo, el voto a conciencia, el voto libre y mucho menos el voto razonado. El asunto es de fondo, el pueblo y los electores sufren de amnesia, permitiendo que las mismas personas que eligieron en el debate electoral anterior, sin mostrar gestión alguna para la solución de siquiera “solo uno” de los álgidos problemas estructurales de la Guajira, vuelvan cada cuatro años con las mismas promesas.
El politiquero tiene su estrategia, que es la de tener encasillado a sus electores a través de prebendas y cargos públicos, de esa manera tiene conocimiento a ciencia cierta, cuál es su caudal electoral. Y para evitar el voto castigo, lo primero que hacen es entregar dadivas, pegando de entrada un primer borrón en la memoria del elector, complementándolo con el consabido y delictuoso negocio de la compra de votos, lo que hace posible su elección. Ese círculo vicioso se repite en cada proceso electoral, con las mismas promesas de campaña que han sido incumplidas. Es esta la penosa radiografía de nuestra Guajira que se nos volvió tan grande como insignificante para la mayoría de nuestro dormido pueblo. Esa mecánica es lo que ha permitido que un candidato al Congreso, salga elegido, por el voto popular una, dos y tres veces, con un reducido porcentaje del potencial electoral de la Guajira. Aquí cabe bien acuñar las expresiones, “La política es el arte de servirse de los hombres, haciéndoles creer que se les sirve a ellos”, y “La política es el arte de disfrazar de interés general, el interés particular”.
Este artículo refleja la realidad en el Departamento de la Guajira sobre todo, cuando el Gobierno Nacional modificó los Artículos 360 y 361 de la Constitución Nacional, mediante el Acto Legislativo 05 de 2011, para darle participación de las regalías de las explotaciones de recursos no renovables a todas las regiones del país y los parlamentarios Guajiros de esa época tomaron la deshonrosa y flamante idea de esgrimir la famosa “objeción de conciencia”, que no es más decir “que se apartan de esa decisión”, cuando lo menos que podían haber hecho por la Guajira, era hacer honor a su defensa, hacer honor a un pueblo que los eligió, debatiendo al Gobierno Nacional en el Congreso. Pero, NO. Dejaron a la Guajira indefensa y sin “alas” para poder seguir luchando contra las desigualdades y necesidades apremiantes. Esto no es de “Objeción de Conciencia”, señores. Esto, es de haber enfrentado al Gobierno Nacional mediante un debate serio y argumentado en el Congreso de la Republica. Para eso el pueblo Guajiro los eligió, para que defendieran sus intereses.!. Si el problema era de bancadas, debieron dar el debate en el partido!.
Es interesante reflexionar un poco más, en virtud de las próximas elecciones, siendo de vital de vital importancia los resultados de la pasada contienda electoral en el Departamento de la Guajira. Revisando el potencial electoral del Departamento de la Guajira para el año 2018, encontramos que fue de 580.423 sufragantes y en esa oportunidad votaron 285.685 personas, para un porcentaje del 49.2%, presentándose una abstención del 50.8%.
Bajo esos mismo resultados la Registraduría General de la Nación reporta que el Representante Alfredo Deluque Zuleta, obtuvo el favor popular de 50.614 votos con un porcentaje del 17.7% y María Cristina Soto una votación de 40.366 para un porcentaje de 14.1%, de los sufragantes, y un 8.7% para el representante Deluque y un 6.9% para la representante Soto del potencial apto para votar en la Guajira. Es fácil deducir que los representantes a la Cámara por la Guajira fueron elegidos con una votación extremadamente pobre. Este análisis es inquietante, porque queda demostrado que en la Guajira se eligen Representantes a la Cámara con un porcentaje inferior al 10% de su población apta para votar. Interesante análisis para los futuros aspirantes. Será que un porcentaje inferior al 10% de votos aptos para sufragar, es representativo para ser vocero de un Departamento en el Congreso de Colombia?. Cuando no hay memoria, la historia se repite. Reflexionemos Guajiros, reflexionemos!.. Hasta cuando seguiremos en las nubes?.