Por José Soto Berardinelli

En una columna anterior reconocí el fenómeno Cabal como el ascenso de un liderazgo extraordinario para un momento complejo de la Patria. Hice, en esa ocasión, un reconocimiento sincero y espontáneo de lo que representa el talante y el carácter de María Fernanda Cabal. También escribí que el ejercicio que hacía Centro Democrático a partir del novedoso método de las encuestas era el mecanismo que le permitiría al partido salir fortalecido tras la escogencia de un candidato único. Los cinco aspirantes pactaron y aceptaron unas reglas de juego que constituyen un pacto de honor entre ellos. Un pacto que es imprescindible honrar porque la principal cualidad que debe tener quien aspire a la primera magistratura del país es cumplir con su palabra. En consecuencia, me niego a creer que María Fernanda cabal se resista a aceptar un tropiezo que ha permitido evidenciar sus dotes de gran líder nacional. No hay excusa para deshonrar la palabra empeñada.

Aceptar los resultados pactados, es esencia fundamental de una democracia. Quien asesore en sentido contrario a María Fernanda Cabal le está haciendo un enorme perjuicio a su futuro prometedor. Ella dijo en una afortunada declaración que se había aplazado la ilusión, pero que seguiría en su lucha. Ojalá no la induzcan a cometer el sacrilegio de buscar caminos distintos al que ha construido dentro de un partido que la admira y la quiere. Sería una grave equivocación. El momento de nuestra historia necesita la grandeza de sus líderes para hacer más grande a la Patria.

Invito a María Fernanda Cabal y a sus simpatizantes, a dar el apoyo entusiasta, sincero y efectivo a un gran candidato como es Óscar Iván Zuluaga. Él no es un desconocido para ellos. Esa es la carta con la que debemos ganar otra vez una presidencia que ya se había ganado en el 2014. No reconocer su triunfo es hacerle el juego a los verdaderos enemigos de los ideales que defendemos desde el Centro Democrático. No caigamos en tan craso error. María Fernanda Cabal encarna el espíritu profundo del partido Centro Democrático; ella no necesita que le otorguen posiciones preferentes para ocupar el primer lugar, ella como fundadora y dueña del partido debe propender por su crecimiento en ciudades donde hay capacidad de crecer. A la patria no se le ponen condiciones. Todos debemos propiciar la manera de sumar savia nueva para acrecentar el partido hasta alcanzar el propósito fundacional.

Zuluaga, es una garantía para todos, en especial para el futuro político de la misma María Fernanda Cabal. Hay que morigerar el ánimo pendenciero. Debemos aceptar que cualquiera sea el lado que miremos, el proceso de selección para esta escogencia fue el pactado entre los participantes y la evidencia indica que los resultados parecen incuestionables. Y más allá de esa verdad, debemos estar absolutamente convencidos que la figura que más nos acerca a los triunfos de marzo y de mayo es sin duda la de un hombre de la formación, experiencia y calidad humana de Óscar Iván Zuluaga, a quien, sin eufemismos, debemos reconocerle que le cabe el país en la cabeza.