En cuanto a corrupción e impunidad hay cifras que evidencian que estas son sistemáticas, pues en 922 delitos, solo se logró dictar condenas en el 2% de los casos.

Por Martín López González

En el árido paisaje de La Guajira la tierra de riquezas inconmensurables en la naturaleza y en las culturas ancestrales se esconde una sombra lóbrega que ha socavado la esperanza y el bienestar de su pueblo.  En cuanto a corrupción y a impunidad hay cifras que evidencian que estas son sistemáticas, pues en 922 delitos, solo se logró dictar condenas en el 2% de los casos.

Lo que ha teñido de rojo el futuro de los niños y la dignidad de las comunidades étnicas, llevando a una crisis humanitaria de proporciones desgarradoras. La lucha contra la corrupción y la crisis humanitaria tiene que ser la agenda del debate electoral.

En este período constitucional, los politiqueros en el poder han perdido el sentido de su deber y responsabilidad, utilizando los recursos destinados al desarrollo humano para sus intereses personales y políticos. La crisis humanitaria que arrebata la vida de los niños, privándolos de sus derechos más básicos, es responsabilidad directa del Partido de la U, que mantiene el poder y ha manipulado los recursos destinados a la primera infancia y ha ignorado las necesidades reales del pueblo. La indiferencia y la falta de escrúpulos han llevado a esta región a una encrucijada desoladora.

En el corazón de esta crisis humanitaria a falta de ética y principios, es evidente el más grande descaro: La alianza entre Germán Vargas Lleras avalando al candidato Jairo Aguilar Deluque, respaldado por Nemesio Roys Garzón y el senador Alfredo Deluque. Ellos representan la continuidad de la corrupción y la impunidad. La ambición desmedida por el poder ha llevado a una alianza entre lo más corrupto y lo más joven, perpetuando un círculo vicioso que condena a La Guajira a seguir sumida en la miseria y el abandono.

Con el aval del Partido Cambio Radical, dirigido por el más cínico de los políticos, Germán Vargas Lleras, se tejió una red corrupta que ha dejado a su paso gobernadores presos y funcionarios saqueando los fondos públicos a nivel nacional y especialmente en La Guajira.

La lista de gobernadores y alcaldes encarcelados por actos de corrupción es larga y vergonzosa. Ellos traicionaron la confianza del pueblo. El caso más patético es el del exalcalde de Riohacha que fue capturado por robarse casi seis mil millones de pesos destinados a la alimentación de los niños más vulnerables.

Para cambiar el destino de La Guajira se requiere un saneamiento moral sin precedentes. La sociedad civil, las organizaciones, los líderes comunitarios y los ciudadanos de a pie, deben unirse con determinación y valentía para enfrentar la corrupción en todas sus formas.

Es urgente que se fortalezcan las instituciones, se promueva la transparencia y se exija rendición de cuentas a los responsables de saquear los recursos públicos. Solo a través de una participación ciudadana activa y una lucha unificada contra la corrupción se podrá empezar a sanar las heridas de La Guajira y restablecer la dignidad y los derechos de sus habitantes, especialmente de las comunidades más vulnerables.

Es hora de que los líderes políticos y aquellos comerciantes, hoy en el poder, comprendan que la verdadera riqueza de una nación reside en el bienestar de su gente. La Guajira merece dirigentes comprometidos con la justicia social, el respeto a la diversidad cultural, la transparencia y el desarrollo sostenible, bases de la paz y la armonía.

En este momento de indignación debemos alzar nuestras voces y castigar en las urnas a los politiqueros corruptos de viejo y nuevo cuño; escribir una nueva historia para La Guajira, donde el respeto, la honestidad y la solidaridad sean los pilares que guíen el futuro. La lucha contra la corrupción y la crisis humanitaria debe ser una causa común, un llamado a la acción que trascienda fronteras y partidos políticos.