Por Roberto Gutiérrez Castañeda

La semana pasada La Guajira estrenó el sistema de intimidar por medio de la amenaza de muerte a los que se atreven a pensar de manera diferente. Estrenaron, o inauguraron, el delito de disentir con pena que trasciende lo establecido en los códigos penales. Se arrogaron la facultad de reformar la constitución para agradecer, como buenos validos, las dispensas del soberano.

Un análisis desapasionado del pasquín escrito y la redacción de la amenaza por los medios electrónicos demuestran varias inconsistencias: la redacción del panfleto no coincide con el estilo de redactar de los supuestos amenazantes; las soeces y vulgares palabras empleadas en los mensajes montados en las redes, además de reflejar la catadura moral de los autores, demuestra  la escasa escolaridad de los autores o como acostumbran los cobardes se ocultan en el anonimato  para demostrar que  es tan corto su intelecto que no pueden sino producir lo que producen los estómagos: materias fecales.

Ante tan burda patraña, los supuestos autores del pasquín tuvieron que salir a desmentir el mismo porque no soportaron tanta vergüenza.

Hoy, los incensarios que permanecen alrededor del poder quedaron en el peor de los escenarios: despreciados por la comunidad; rectificados por los usurpados y regañados por su ídolo.

Alrededor del poder se crea una camarilla de personas que cumplen variadas funciones: los que contribuyen con su experiencia, conocimiento  e intelecto, generalmente son los menos visibles; los que cumplen las órdenes así no comulguen con ellas pero su mentalidad burocrática los obliga a cumplir el lema de los mercenarios: “no quito ni pongo rey, sólo sirvo a mi señor” y los que medran alrededor por su capacidad camaleónica, genuflexa obtusa y demuestran lealtad con la única cualidad que los caracteriza: denostar y amenazar a los contrarios; estos son los peligrosos pero, desgraciadamente, son los preferidos por el gobernante.

El coro de alabanzas que constantemente entonan los corifeos envanece al gobernante y le impide conocer la realidad del entorno y la dimensión de los acuciantes problemas de la población.  Cómo en la antigua Roma los senadores para congraciarse con los emperadores le dieron el título de Divinos, ellos tenían a su lado un consejero que constantemente le decía: “Acuérdate que eres mortal” (“Memento mori”). ¡¡Cuán sabios eran esos consejeros!!

Al frente del trono de cada gobernante debe estar esculpido con caracteres grandes dos oraciones expresadas por Simón Bolívar:
“Los empleos públicos pertenecen al estado; no son patrimonio de particulares. Ninguno que no tenga probidad, aptitudes y merecimientos es digno de ellos”.

“No profesa amistad verdadera y pura al gobernante sino quién le dice la verdad y le aconseja el bien”.

Valido, a: s “Persona que tiene el favor y la confianza de un soberano y extraordinaria influencia en las decisiones de éste”. RAE.

Mi definición: LAMBÓN.