Por Cecilia López Montaño
Como lo señalan todas las encuestas realizadas hasta ahora, Petro no solo tiene asegurada su participación en la primera vuelta de la elección presidencial, sino que en la segunda tiene una amplia mayoría. Es decir, a menos que suceda algo de gran envergadura, Petro será el próximo presidente de Colombia. Muchos afirman, con razón, que es demasiado pronto y que faltan muchos meses aún, lo cual es cierto, pero esa posibilidad no le quita importancia al esfuerzo de entender por qué por primera vez este país tiene una alta posibilidad de que la izquierda llegue al poder.
Es un fenómeno lo que está sucediendo cuando Petro tiene en su contra a todos aquellos sectores que siempre han manejado el poder económico y político en el país. Pero además se enfrenta al pánico de esas clases que se han beneficiado de la concentración del manejo de nuestra economía o que temen perder lo que han logrado adquirir. Petro no siempre se ayuda, con propuestas que tienen fundamento pero, por la forma como las presenta, crean pánico entre quienes, a veces con razón y otras sin ella, no quieren cambios bruscos en el tipo de desarrollo que ha tenido Colombia. Con todo esto y mucho más en contra, Petro sigue liderando encuestas, luego es un fenómeno.
La pregunta es cuáles son las posibles razones para explicar su éxito. No es suficiente mencionar que esto se debe a su larga campa-ña presidencial, al alto reconocimiento que tiene entre quienes lo apoyan, pero también entre quienes lo critican. Tampoco es suficiente explicar este hecho por el bajo perfil de sus contrincantes. Es cierto que son precandidatos, pero cuando se toman individualmente como ganadores de las consultas internas de las coaliciones, las cifras muestran que no compiten con ventaja. Luego hay mucho más.
La explicación podría estar en los argumentos de unos trabajado-res de una gran empresa: “Sabemos que vamos a sufrir con Petro, pero vamos a votar por él porque es el único cambio de verdad que podemos tener la mayoría de los colombianos”. Muy simple. Esas mayorías empobrecidas se cansaron de los mismos con las mismas y están dispuestas a correr riesgos con tal de que se produzcan cambios, así sean dolorosos. Una infinita lección para quienes siguen concentrados en las cifras que los benefician y desprecian la situación de millones de compatriotas que se cansaron de esperar; que se desesperaron de la corrupción, que sigue enriqueciendo a pocos sin que nada pase; que no quieren vivir a punta de limosnas del Estado, sino que demandan un país de oportunidades; que no quieren ver que su trabajo se toma solo como un costo para el país y no un beneficio para sus dueños y la sociedad en general; que no creen en las propuestas temerosas de los candidatos que no quieren crear olas para no perder el apoyo del establecimiento.
Parecería entonces que el fenómeno Petro obedece a esa falta de conexión con la realidad de ese sector del país que no logró entender que ahora de lo que se trata es de romper esa historia de injusticia económica y social que nos caracteriza. Ya lo dijeron las marchas, pero no lo entendieron. Y este Gobierno puso su inmensa cuota.