Por Felipe Buitrago, ministro de Cultura
Hace más de un siglo, Antonio Machado sentenció con total acierto que “en cuestiones de cultura y de saber, solo se pierde lo que se guarda, solo se gana lo que se da”.
Esta máxima es hoy más pertinente que nunca en el contexto de la pandemia, y nos invita a reflexionar sobre los retos que tiene nuestro sector para lograr una reactivación segura y la recuperación de la vida cultural tras largos meses de encierros obligatorios y voluntarios.
Es también una frase que nos motiva a pensar en grandes líderes que pueden inspirarnos para enfrentar este reto. Uno de ellos es Ramiro Osorio, quien con su talante generoso, su energía y conocimiento aporta incesantemente al desarrollo de las instituciones y la actividad cultural en Colombia.
Es por este motivo que fue un honor entregarle el pasado 26 de enero, en el teatro Libre de Bogotá, la Medalla al Mérito Cultural, la máxima distinción que otorga el Ministerio de Cultura, en consideración a los más de 30 años que ha dedicado de manera ininterrumpida al teatro y a las artes escénicas de Colombia y el Mundo.
Las credenciales de Ramiro son incomparables. Fue maestro y director de teatro en la Universidad Javeriana de Bogotá y en la Universidad de Guanajuato en México. Ha dirigido más de 30 obras teatrales, de autores clásicos y contemporáneos. Durante su trayectoria profesional ha combinado el trabajo artístico con el de la gestión y promoción cultural, ocupando cargos públicos y diplomáticos estratégicos, entre los que vale la pena destacar la dirección del Instituto Colombiano de Cultura (Colcultura), entre 1991 y 1993, desde donde impulsó el Plan Nacional de Cultura (1992-1994), el cual estableció las bases de la Ley General de Cultura.
Tras su desempeño en Colcultura fue nombrado Embajador de Colombia en México en 1994, y a su regreso fue artífice de la redacción y aprobación en el Congreso de la Ley General de Cultura, convirtiéndose después en el primer ministro de Cultura del país, entre 1997 y 1998.
Desde entonces, todos los que hemos tenido el gran privilegio y la enorme responsabilidad de liderar la cartera de cultura, hemos tenido a Ramiro como referente y consejero.
También se destaca su contribución a la organización de la Asamblea de Gobernadores del Banco Interamericano de Desarrollo en París (1999), cuyo tema fue Cultura y Desarrollo. Allí se sentaron las bases para que el Plan Decenal de Cultura (2001-2010) estableciera el Programa de Economía y Cultura (1999-2008), que luego evolucionó al Grupo de Emprendimiento Cultural (2008-2018), y que finalmente derivó en la creación del Viceministerio de la Creatividad y la Economía Naranja en 2018 y en la formulación de la Política Integral Nacional de Economía Creativa publicada en 2020.
De sus aportes en este frente se derivan la Cuenta Satélite de Cultura de Colombia, primera en el mundo y modelo para una docena de países, así como las leyes de Cine, Espectáculos Públicos y la Ley Naranja.
Como si todo lo anterior fuera poco, dirigió junto a Fanny Mikey el Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá y el Teatro Nacional. En 2001 se desempeñó como Director General del Festival Internacional Cervantino de Guanajuato, México, por cinco ediciones.
Durante 2005 y 2006 dirigió en España el Festival “Sevilla entre culturas”, y entre 2006 y 2009 fue Director de Cultura de la Secretaría General Iberoamericana en Madrid, donde impulsó la creación de los programas Iberescena, Iberorquestas Juveniles e Ibermuseos.
Desde 2010 dirige el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo de Bogotá, y en 2019 hizo parte del foco de Industrias Culturales y Creativas de la Misión Internacional de Sabios, que entregó sus recomendaciones al Ministerio hace un año. Estos insumos han sido contemplados para la actualización del Plan Decenal de Cultura que se encuentra en proceso de formulación en este momento.
Así como las letras son un legado eterno de Machado para la humanidad, la creativa e incansable gestión cultural de Ramiro Eduardo Osorio Fonseca ha dejado una huella indeleble en la institucionalidad cultural de Iberoamérica y de Colombia. Gracias Ramiro por tanto y ¡que siga la función!