Lo único que cumplen ambas son la puntualidad en la entrega de los recibos de cobro, la arbitrariedad de sus agentes y la eficiencia para suspender el servicio.

Por Roberto Gutiérrez Castañeda

En la primera mitad del siglo veinte Riohacha, población bucólica cuya extensión llegaba a los límites de las hoy numeradas calle trece y la carrera 11, se surtía de agua por medio de un precario acueducto que se alimentaba de los pozos de Caballance en las inmediaciones de Ahujero como resultado de la aplicación de la Ley 21 de 1924. Carecía de luz eléctrica y las casas se iluminaban con velas de sebo o de parafina o con lámparas de petróleo o de gasolina. Cuentan los abuelos que la primera planta para suministro de luz eléctrica la instaló Nicolas Abuchaibe inmigrante libanés tronco de la familia homónima. La primera planta oficial se instaló durante el gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla, planta diésel marca Black Stone decomisada a Alemania como excedente de la segunda guerra mundial. Esas dos obras fueron la simiente de las que posteriormente fueron el acueducto de Riohacha, hoy Aqualia y Electroguajira después Electricaribe hoy

Air-e.

Por medio de la ley 19 de 1964 la entonces Intendencia Nacional La Guajira se

convirtió en departamento a partir del 1 de julio de 1965, ley que le asignaba a nuestro departamento un presupuesto para desarrollo de la infraestructura y gastos de funcionamiento la suma de 10 millones de pesos. igual al  presupuesto del departamento del Chocó. Posteriormente la suma se aumentó hasta los cien millones; con esos recursos los gobernantes del entonces construyeron colegios,  centros de salud, ampliaron acueductos y tendieron las redes eléctricas de todo el departamento. Los gobernantes de la época emulaban entre sí para superar las acciones del antecesor; llegaron para gobernar y lo hicieron; entraron y salieron con el mismo patrimonio, algunos de ellos con menos de la fortuna inicial. Eran otros tiempos. Eran otras mentalidades. Eran seres éticos con acendrado sentido de la moral.

En la década de los setenta comenzó la exploración y explotación del gas natural en el departamento y la construcción de las generadoras de electricidad a base de gas en Mingueo y Ballenas en El Pájaro (la que nunca entró en funcionamiento).

Hasta ese momento cada departamento de la Costa producía su propia energía mientras el interior tenía interconexión eléctrica y se surtía de energía hidráulica barata por medio de la línea de transmisión San Carlos y no se permitía la conexión con el sistema Caribe. Con el desarrollo de la represa de Urrá se comenzó a generar energía hidráulica en la Costa y excedente en la producción.

A partir de 1982, durante la presidencia de Belisario Betancur se crea CORELCA, Corporación Eléctrica de la Costa Atlántica que unifica las electrificadoras costeñas en una sola empresa con gerencia en la ciudad de Barranquilla , nace Electricaribe y comienza el martirologio de los costeños, sobre todo de los guajiros dueños ancestrales del territorio donde se encuentra el gas. La interconexión eléctrica Costa -Interior que antes se negaba se hace posible con valor agregado negativo para los costeños, el kilovatio hora producido en el Caribe a costo superior que el interiorano se pagaba al mismo costo del producido en Antioquia y El Guavio, en caso contrario el valor importado en la Costa se pagaba al precio costeño y no al del centro del país.

Dentro de esta discriminación regional el peso de la injusticia la soportamos los guajiros, somos los habitantes del subsuelo y la plataforma submarina que

suministra la materia prima y del territorio donde la usina la transforma en energía que genera la contaminación y deterioro ambiental, el aumento de la temperatura del agua del mar con la destrucción de alevinos y la transformación del microclima del entorno circundante con el paulatino cambio de la vocación agrícola de la zona productora de plátano.

Proporcionalmente pagamos la tarifa más cara del país y la que más

racionamiento disfrazado de mantenimiento sufrimos.

Es tanta la aberración de la ignominia, la desfachatez y desvergüenza de Air-e, en connivencia con agentes del estado. que nos obliga a pagar las ineficiencias y derroches de la misma. Si observamos el capítulo Tarifa de Energía nos damos cuenta que de los dos ítems que más pesan en el costo a pagar por el usuario son en su orden los definidos como Generación y el de Pérdidas.

Este último es una agresión infame contra el usuario, es somo si, por ejemplo, en el caso de la pavimentación de una calle el contratista por inexperiencia, falta de planeación o eventualidad sobreviniente obtuviese pérdidas en el trabajo y trasladara las mismas a los vecinos para que ellos pagaran lo que deja de percibir, como si este servicio fuera poco lesivo se suma a la carga impositiva del usuario el precario, ineficiente y por lo tanto caro servicio que presta la empresa de acueducto y alcantarillado Aqualia. La ley establece que el servicio debe tener continuidad, calidad y cobertura conveniente y ninguno se está cumpliendo.

Lo único que cumplen ambas son la puntualidad en la entrega de los recibos de cobro, la arbitrariedad de sus agentes y la eficiencia para suspender el servicio.

Cuanta falta nos hace las actitudes de Lácides Toro y Cochise Maya quienes con la intrépida acción de arrancar los cables de la energía obligaron a la

electrificadora de la época a mejorar el servicio.

Son tan cínicas ambas empresas del mal llamado servicio que gastan dinero en programas instando a ahorrar energía y agua y cuando el usuario atendiendo la petición y la necesidad económica disminuye el consumo ambas empresas lo catalogan de defraudador, por no decir ladrón, y envían cuadrillas de ogros a constatar el cuerpo del delito de moliendo andenes y pavimento los de Aqualia y a hacer inventario de electrodomésticos los de Air-e Es que como decían nuestros abuelos : “Cada ladrón juzga por su condición”.

Que desgracia la de RIOHACHA ¡Inerme e indefensa en medio de dos

atracadoras!