Por Jorge Sprockel Mendoza

El pasado jueves 17 escuché, con mucha atención e imparcial análisis crítico, por la emisora Guajira Stereo en su importante noticiero la acertada reflexión que hizo el reconocido ingeniero civil y preclaro columnista de opinión Roberto Gutiérrez Castañeda, en la que hace un sucinto recordatorio de la carencia de desarrollo e ingobernabilidad en la que ha caído el hoy Distrito de Riohacha (Suchiimma).

Y envía un oportuno mensaje para que sus votantes tomen conciencia antes de depositar su confianza el próximo 29 de octubre a quien debe regir nuestros destinos a partir del 1ero. de enero de 2024. Advierte, con gran acierto, que no debemos sufragar “por los que por sí y en cuerpo ajeno han mancillado el orgullo de ser riohachero y han sumido la ciudad en un mar de inequidad, de oprobio y de pobreza económica, estructural, cultural y social”.


Si en el ente territorial local (el Portal de Perlas) hasta la fecha han caído diluvios de corrupción, con probable excepción en el periodo 2008-2011 en que el ordenador del gasto lo saneó sacándolo de la Ley 550/1999 y dejando en Tesorería miles de millones de pesos que el que lo sucedió los dilapidó en un abrir y cerrar de ojos; en nuestro entrañable departamento de La Guajira no han cesado los torrenciales aguaceros de desfalco al erario regional, haciéndose muy notorio y en sumas alarmantes desde que la nueva Constitución del 91 contempló la elección popular de gobernadores, casos sucesivos de zarpazos económicos desde 1992 hasta 2019, como lo conocerán detalladamente en mi libro próximo a publicar antes de las elecciones ordinarias del 29 de octubre del presente año, titulado ‘Colombia y La Guajira: hermanas de infortunios’, otra obra que debes leer antes de tomar la decisión por quién sufragar este 29 de octubre, ya que en él encontraras reveladora información de Colombia y La Guajira, guardadas proporciones.

El Departamento comenzó a percibir ingresos por conceptos de regalías, que en mi criterio son compensaciones por la explotación y comercialización de sus recursos naturales no renovables, desde el año de 1978 ($176 millones) por concepto de gas y a partir de 1986 por carbón ($336 millones) los que se fueron incrementando en progresión geométrica por el aumento de la producción del mineral por la mayor demanda exterior y por la disparada del precio en el mercado internacional.

Pero todo el entramado de corrupción regional se hace patético y se desencadenó un hábito institucional desde el periodo administrativo 1992-2019, fatídicas experiencias de dilapidación de nuestros recursos económicos en el que los ordenadores del gasto, salvo uno que su mandato fue muy corto, irresponsablemente malversaron los fondos a través de adjudicación de contratos a dedo sin el lleno de requisitos legales para favorecerse a sí mismos o pagar favores a quienes aportaron a sus campañas políticas, llenándose La Guajira de ‘elefantes blancos’ porque no se terminaban las obras con las especificaciones técnicas contractuales y en el peor de los casos se iniciaban y quedaban abandonadas sin responsabilidad fiscal, a guisa de ejemplo La Villa Olímpica de Riohacha.

Solo en las últimas dos décadas ingresaron más de $20 billones. Se dio un efecto dominó en ese lapso. Actos de corrupción con enriquecimientos ilícitos por lo que la mayoría de los mandatarios han sido cuestionados, enjuiciados, judicializados y condenados con penas de cárcel e inhabilidades para volver a desempeñar cargos públicos por nombramiento o elección popular. Estos entramados también los van a conocer de manera imparcial con fundadas informaciones en el libro que antes enuncié (Capítulo II).

Al igual que el doctor Roberto Gutiérrez Castañeda envía una alerta temprana para que no nos equivoquemos el próximo domingo 29 de octubre para elegir al alcalde de Riohacha (La Fénix del Caribe) que tendrá la responsabilidad de cambiar para bien su historia; yo como modesto ciudadano que ama a su terruño, también exhortó a mis paisanos guajiros, nativos o residenciados, que no sigamos votando a ciegas ni por embelecos, sepamos escoger a un gobernador o gobernadora que no esté signado@ por actos de corrupción directa o indirectamente.

Que rompamos el paradigma de ser una región fallida y de inestabilidad administrativa, donde no hay gobernanza estable no habrá desarrollo sostenible. La tierra del almirante José Prudencio Padilla López cuenta con profesionales y dirigentes no populares honestos, idóneos, eficientes, responsables, con vocación de servicio, propósitos resilientes y sinérgicos, con visión de conjunto de los problemas de cambio social para las comunidades. A esos démosle voto de confianza y apoyo.